La guerra en Ucrania sigue sin resolverse: el estancamiento que redefine el mapa europeo

La guerra en Ucrania sigue sin resolverse: el estancamiento que redefine el mapa europeo
Internacional
América Latina
2025-11-18
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- Estancamiento prolongado en el frente de batalla, con líneas casi congeladas.

- Negociaciones inciertas que oscilan entre el alto al fuego y cesiones territoriales.

- Dilema geopolítico entre garantías de seguridad y la integridad territorial ucraniana.

Un conflicto sin final a la vista. A casi tres años desde la invasión rusa a Ucrania, el escenario bélico se ha transformado en un tablero estático donde las líneas del frente se mantienen casi inalterables, pero la tensión no cede. Desde la ofensiva inicial en 2022, las fuerzas rusas lograron ocupar aproximadamente el 30% del territorio ucraniano, incluyendo la región del Donbás y Crimea, pero los contraataques ucranianos han impedido avances significativos posteriores.

Negociaciones en tierra de nadie. Las cumbres internacionales, encabezadas por figuras como Donald Trump y líderes europeos, han intentado sin éxito abrir una vía diplomática que ponga fin a la guerra. Sin embargo, la falta de acuerdos claros y la ausencia de un alto el fuego efectivo mantienen el conflicto en un limbo peligroso. Las garantías de seguridad para Ucrania, pieza clave en cualquier arreglo, han sido objeto de disputas: Estados Unidos ha descartado enviar tropas, dejando la responsabilidad en manos de naciones europeas que parecen reticentes a comprometerse en el terreno.

"El interés de Putin es simplemente seguir arrastrando las negociaciones y no tener nada sustancial concluido porque el tiempo está de su lado", señaló Robert Benson, experto en seguridad internacional, resaltando la estrategia rusa de desgaste prolongado.

Perspectivas encontradas: integridad territorial versus realpolitik. Desde Kiev, la exigencia es clara: ninguna cesión territorial sin garantías sólidas que impidan futuras agresiones. En contraste, Moscú reclama el reconocimiento de sus conquistas, especialmente en el Donbás, y rechaza la incorporación de Ucrania a la OTAN, lo que complica aún más el panorama.

"Los rusos no quieren una Ucrania libre y democrática. No quieren un gobierno en Kiev orientado hacia Occidente. Eso es más importante para Putin que el territorio mismo", explica Benson, evidenciando que la batalla va más allá de fronteras y se juega en el terreno ideológico y geopolítico.

Comparaciones históricas y lecciones del pasado. Algunos analistas han comparado la situación con la Guerra de Corea o la división alemana durante la Guerra Fría, escenarios donde la línea de confrontación se congeló y se establecieron arquitecturas de seguridad específicas. Sin embargo, la ausencia de tropas occidentales en Ucrania y la complejidad del conflicto actual hacen que esas analogías sean, en el mejor de los casos, parciales.

"No habrá tropas de la OTAN patrullando la línea de contacto. Esa comparación es inexacta", advierte Benson, subrayando que la realidad ucraniana es única y requiere soluciones inéditas.

El papel de la tecnología y el futuro del conflicto. La guerra ha evolucionado tecnológicamente, pasando de combates de artillería a una guerra de drones y sistemas de vigilancia avanzada. Este cambio podría alterar el equilibrio, pero por ahora no se vislumbran avances decisivos.

"Podría haber un avance tecnológico que cambie la dinámica, pero sin eso, la guerra continuará", anticipa Michael Kimmage, historiador estadounidense.

Verdades ineludibles y consecuencias a largo plazo. El conflicto ucraniano no solo redefine fronteras, sino que desafía los principios de soberanía y seguridad en Europa. La prolongación del estancamiento implica un desgaste humano y económico incalculable, al tiempo que abre interrogantes sobre la capacidad del sistema internacional para mediar en guerras modernas.

En última instancia, las negociaciones parecen atrapadas en una paradoja: para avanzar, Ucrania necesita garantías que solo la alianza occidental podría ofrecer, pero el temor a una escalada implica límites claros a ese compromiso. Mientras tanto, Rusia mantiene su apuesta por consolidar sus ganancias territoriales y evitar una derrota simbólica.

En este tablero, el espectador global observa la tragedia ajena, donde la esperanza de paz se diluye entre discursos, intereses y la cruda realidad de una guerra que no termina.