
Un ciclo que termina, un país en tensión
El 17 de agosto de 2025, Bolivia vivió una elección presidencial que marcó un punto de inflexión en su historia reciente. La derrota estrepitosa del Movimiento al Socialismo (MAS) y el fin del fenómeno político conocido como masismo no solo cerraron un capítulo de dos décadas, sino que abrieron un escenario político y social cargado de incertidumbre y expectativas.
El desgaste del MAS fue el resultado de un proceso acumulativo: crisis económica persistente, escasez de combustible, subsidios insostenibles y un Estado hipertrofiado que, en conjunto, minaron la confianza ciudadana. A esto se sumó la percepción generalizada de nepotismo y corrupción, especialmente ligada a la figura de Evo Morales, cuyo liderazgo terminó por arrastrar al partido a su implosión.“La gente no solo quería un cambio económico, exigía un cambio moral y político”, señaló el analista Sergio Molina Monasterios.
El ascenso de Rodrigo Paz y la nueva derecha boliviana
En un giro inesperado, el senador Rodrigo Paz, acompañado por el excapitán de policía Edman Lara, se impuso en la primera vuelta con un 35% de los votos, apoyado en un electorado desencantado y en buena medida heredero del voto masista que optó por un cambio radical.Lara, outsider y denunciante de corrupción, encarnó el voto castigo y la demanda de renovación. La derecha tradicional, fragmentada durante años, se reordenó tras Paz, desplazando a figuras ultraliberales y a candidatos históricos como Samuel Doria Medina.
Las propuestas de Paz, centradas en la "Agenda 50/50", apuestan por la descentralización y el consenso político, buscando evitar rupturas sociales en un país que aún arrastra heridas profundas. En contraste, su rival en la segunda vuelta, Jorge “Tuto” Quiroga, propone un plan de salvataje económico basado en el Fondo Monetario Internacional y reformas disruptivas, incluyendo la controvertida "Propiedad Popular".
Perspectivas divergentes y la encrucijada boliviana
El escenario boliviano actual es un campo de batalla entre visiones contrapuestas. Desde la izquierda, aunque debilitada, persiste la crítica a la derecha emergente, acusándola de representar intereses oligárquicos y de poner en riesgo conquistas sociales.
Por otro lado, sectores conservadores y empresariales ven en Paz una oportunidad para estabilizar la economía y fortalecer las instituciones, aunque reconocen que el camino será tortuoso.
Regiones como Santa Cruz y La Paz muestran reacciones dispares: mientras la primera celebra el cambio como una puerta a mayor autonomía y desarrollo, la segunda se mantiene expectante, con temor a que el nuevo gobierno no atienda las demandas sociales pendientes.
Verdades concluyentes y consecuencias a futuro
La elección boliviana de 2025 no solo significó el fin del masismo, sino que evidenció un desgaste estructural de modelos políticos basados en la concentración de poder y subsidios clientelistas. La derrota del MAS es tanto un castigo electoral como un llamado de atención sobre la necesidad de reformas profundas y sostenibles.
Sin embargo, la victoria de la derecha no garantiza estabilidad ni soluciones inmediatas. La polarización social, las expectativas insatisfechas y la fragilidad económica configuran un escenario donde el nuevo ciclo será tan desafiante como incierto.
Bolivia, en este momento, es un país en tránsito, cuyo futuro dependerá de la capacidad de sus líderes para negociar, construir consensos y responder a las demandas de una sociedad que, tras años de desgaste, reclama no solo un cambio político, sino una transformación real y duradera.
Fuentes consultadas incluyen análisis de Sergio Molina Monasterios, reportes de La Tercera y seguimiento de medios regionales que han documentado la evolución del proceso electoral y sus repercusiones sociales y políticas.