La Tregua Inexistente: Cómo la Guerra Arancelaria de Trump Redibujó el Tablero para Chile

La Tregua Inexistente: Cómo la Guerra Arancelaria de Trump Redibujó el Tablero para Chile
2025-07-07

- La escalada arancelaria entre EE.UU. y China generó una pausa estratégica para Chile, que optó por la diplomacia en lugar de la represalia.

- El conflicto expuso la vulnerabilidad económica del país, con un alza del dólar sobre los $1.000 y el encarecimiento de bienes de consumo.

- La respuesta oficial fue un plan de siete puntos, pero expertos y gremios advierten que la resiliencia depende de reformas internas urgentes, como la reducción de la "permisología".

A más de dos meses de que la administración Trump sacudiera los cimientos del comercio global con una agresiva escalada arancelaria contra China, las ondas de choque han dejado de ser un titular alarmista para convertirse en una nueva y compleja realidad para Chile. Lo que comenzó en abril como un enfrentamiento entre gigantes, con aranceles que superaron el 100%, derivó para Chile en un escenario inesperado: una "tregua" de 90 días ofrecida por Washington a los países que, como el nuestro, optaron por no tomar represalias. Este respiro, lejos de ser una solución, abrió un intenso período de reflexión estratégica sobre la dependencia y resiliencia de un modelo económico construido sobre la apertura comercial.

Del Alivio Inicial a la Realidad del Bolsillo

La reacción inicial en Santiago fue de cauto optimismo. El ministro de Hacienda, Mario Marcel, celebró la prórroga como una señal de que Estados Unidos “ha tomado algo de conciencia” sobre los efectos adversos de su propia política. En la misma línea, el Presidente Gabriel Boric definió la postura nacional con una frase que marcó la pauta: “Chile no va a responder con aranceles, sino con diplomacia”. La estrategia era clara: apelar al Tratado de Libre Comercio (TLC) vigente y al multilateralismo, los pilares históricos de la política exterior chilena.

Sin embargo, mientras la diplomacia se activaba, la economía real sentía el impacto. El dólar superó la barrera psicológica de los $1.000, encareciendo las importaciones de forma transversal. Académicos como Javier Mella, de la Universidad de los Andes, advirtieron sobre el efecto dominó: desde alimentos como el aceite y el café, hasta vestuario, automóviles y tecnología. El precio de un iPhone, por ejemplo, se proyectaba con un alza de más de 250 dólares. Incluso el mercado del lujo, según reportó el Diario Financiero, vio frustradas sus expectativas de reactivación, anticipando “menos descorches de champaña” y reflejando una contracción general de la confianza.

El Contraste de Visiones: Diplomacia Externa vs. Reformas Internas

Con el paso de las semanas, la respuesta del gobierno se consolidó en una estrategia de siete puntos presentada por el ministro Marcel. El plan busca mitigar los efectos a través de un diálogo directo con EE.UU. en el marco del TLC, reducir la incertidumbre de los exportadores, diversificar mercados —con la mira en India y los países del Golfo—, fortalecer la inversión y buscar nuevas oportunidades en las cadenas de suministro globales. Es una hoja de ruta que reafirma la apuesta por la diplomacia y la promoción comercial.

No obstante, desde el sector privado y la academia surgieron voces que, sin desestimar la estrategia oficial, la consideran insuficiente. En un seminario de Clapes UC, figuras como el expresidente del Banco Central, Vittorio Corbo, y la presidenta de la CPC, Susana Jiménez, apuntaron a un problema estructural y endémico: la “permisología”. Argumentaron que la capacidad de Chile para competir y aprovechar las oportunidades que esta crisis pudiese generar se ve mermada por una burocracia excesiva que frena proyectos clave en minería —cobre, litio y tierras raras— y en el sector salmonero. Andrea Tokman, economista jefe de Quiñenco, complementó esta visión, subrayando que en el nuevo escenario geopolítico, la seguridad y la coherencia regulatoria se han convertido en un valor económico fundamental.

Este contrapunto de visiones genera una disonancia constructiva. Por un lado, un gobierno que confía en las herramientas de la política exterior para navegar la tormenta. Por otro, un sector productivo que advierte que sin reformas internas que agilicen la inversión y mejoren la competitividad, la mejor diplomacia del mundo tendrá un alcance limitado.

Un Modelo a Prueba

La guerra comercial entre Estados Unidos y China no es un evento aislado; es un desafío directo al modelo de desarrollo chileno de las últimas décadas, basado en la apertura y la confianza en un orden global predecible. La situación actual ha forzado al país a mirarse al espejo y cuestionar sus dependencias.

El tema, por tanto, ha evolucionado. Ya no se trata de cómo reaccionar a un tuit o a un anuncio arancelario. La discusión de fondo, que se desarrollará en los próximos meses, es si Chile utilizará esta ventana de incertidumbre global para fortalecer no solo sus lazos externos, sino, y quizás más importante, su propia capacidad interna para competir, innovar y crecer en un mundo que ya no juega con las mismas reglas.

La historia presenta una evolución narrativa clara, desde la escalada de tensiones comerciales hasta sus consecuencias económicas y diplomáticas concretas. Permite un análisis profundo sobre la vulnerabilidad y la capacidad de respuesta de una economía abierta frente a conflictos geopolíticos entre potencias, mostrando cambios en la percepción pública y en las estrategias gubernamentales a lo largo del tiempo. La disponibilidad de múltiples fuentes y perspectivas consolidadas ofrece un caso de estudio sobre la interdependencia global y la toma de decisiones estratégicas en un escenario de incertidumbre.