
Un escenario de alta tensión y múltiples desafíos se instaló tras la primera vuelta presidencial del 16 de noviembre, donde Jeannette Jara (PC) y José Antonio Kast (Partido Republicano) quedaron cabeza a cabeza para la segunda vuelta del 14 de diciembre, con un estrecho margen de solo 2,9 puntos porcentuales. Sin embargo, la verdadera incógnita que sacude el tablero político es el rol que jugará Franco Parisi y su Partido de la Gente (PDG), que con un sorpresivo 19,7% de los votos se posicionó como el tercer actor clave en esta contienda.
Jara obtuvo 26,85% y Kast 23,91%, cifras que reflejan un país dividido y una campaña que no logró consolidar mayorías claras. El senador comunista Daniel Núñez, cercano al oficialismo, reconoció la preocupación por la estrechez del resultado, señalando que "esta es una elección muy difícil para las fuerzas democráticas y progresistas" y subrayó la relevancia de captar votos de los sectores que apoyaron a Parisi y a Evelyn Matthei.
Por su parte, desde el comando de Kast, liderado por Martín Arrau, ya se ha iniciado un despliegue regional estratégico, con un rediseño del relato bajo el lema "Uno para todos, todos por el cambio" y una apuesta clara a sumar apoyos de los candidatos derrotados, especialmente Matthei y Kaiser, aunque sin descuidar la complejidad que implica la negociación con el PDG.
Franco Parisi, ingeniero comercial y outsider político, ha mantenido una postura firme y autónoma. Tras su tercer lugar, enfatizó que no entregará un respaldo automático a ninguno de los dos finalistas: "Yo no ando firmando cheques en blanco a nadie, eso es una falta de respeto". Su discurso apela a que tanto Kast como Jara "se ganen los votos y la calle", señalando que el PDG no necesita favores y que sus votantes están atentos a gestos concretos.
Esta actitud añade incertidumbre a la segunda vuelta, pues los más de dos millones y medio de votos que capturó Parisi están distribuidos principalmente en regiones del norte y en sectores de clase media baja, un electorado que se ha mostrado crítico con los tradicionales ejes políticos y que podría inclinar la balanza.
El análisis de JP Morgan, publicado tras la primera vuelta, proyecta un escenario favorable para Kast en materia económica, con expectativas de políticas pro-mercado, apreciación del peso chileno y un Congreso que podría respaldar reformas de corte liberal. Sin embargo, advierte que persisten desafíos macroeconómicos estructurales como el crecimiento desacelerado, el mercado laboral y el déficit fiscal.
Desde la vereda oficialista, el desafío es consolidar una propuesta que integre demandas ciudadanas, incluyendo algunas ideas provenientes del PDG y Chile Vamos, como la devolución del IVA en medicamentos y subsidios para la vivienda, para ampliar el espectro de apoyo.
Este pulso electoral expone una ciudadanía fragmentada y un sistema político en transición. La polarización entre Kast y Jara enfrenta dos visiones antagónicas de país, mientras Parisi desafía la lógica tradicional con un discurso antiestablishment que ha capturado un electorado significativo y exigente.
Las verdades que emergen son claras: la segunda vuelta será más que un simple conteo de votos, será una batalla por la legitimidad y la capacidad de convocar a sectores diversos, en un contexto donde la abstención obligatoria ha incorporado a millones de votantes hasta ahora ausentes.
El futuro inmediato de Chile dependerá de la habilidad de estos actores para construir puentes o profundizar las fracturas. La campaña que se abre no solo definirá un gobierno, sino que dirimirá la dirección política, social y económica de un país que observa expectante y dividido.
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Fuentes: La Tercera, BBC News Mundo, JP Morgan, declaraciones públicas de los candidatos y análisis de expertos políticos.
2025-11-15