
Un frío que no se olvidará pronto. Así podría resumirse la experiencia que vivió la Región Metropolitana durante el último fin de semana de agosto, cuando un sistema frontal frío trajo consigo temperaturas mínimas que alcanzaron hasta los -8 grados bajo cero en San José de Maipo, y valores cercanos a -5 °C en sectores oriente y sur de Santiago. Esta ola de frío, anticipada por la Dirección Meteorológica de Chile y monitoreada por el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), puso a prueba la capacidad de respuesta institucional y la resiliencia social en la capital chilena.
Un sistema frontal frío con ecos del pasado
El fenómeno meteorológico que azotó la zona central no fue un evento aislado, sino que se inscribe en una serie de episodios similares que han marcado la historia reciente. Según explicó Arnaldo Zúñiga, jefe de monitoreo de la Dirección Meteorológica, 'este sistema es muy parecido al ocurrido en julio de 2017, con un avance rápido y temperaturas muy bajas que llegaron hasta la precordillera'. Esta comparación histórica es clave para entender la magnitud y la complejidad del evento, que no solo trajo lluvia y nieve, sino también una masa de aire polar que generó heladas severas y condiciones extremas.
Senapred y la coordinación multisectorial: un esfuerzo preventivo y reactivo
Desde días antes, Senapred activó una serie de medidas para enfrentar el temporal. La directora nacional, Alicia Cebrián, encabezó mesas técnicas junto a representantes del Ministerio del Interior, Desarrollo Social y la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC). Entre las acciones, destacó la activación del Código Azul para proteger a personas en situación de calle, con más de 2.000 camas disponibles y atención en ruta.
La SEC, por su parte, reforzó la supervisión a las compañías eléctricas, especialmente en sectores cordilleranos y precordilleranos, donde históricamente ocurren cortes de suministro. En esta ocasión, las cuadrillas comprometidas quintuplicaron la capacidad habitual para responder a emergencias, una señal clara de que la experiencia de eventos previos ha llevado a mejorar la preparación.
Perspectivas encontradas sobre la gestión y la realidad urbana
Sin embargo, la respuesta institucional no estuvo exenta de críticas y tensiones. Por un lado, la directora Cebrián valoró que 'las ciudades resistieron bastante bien y la ciudadanía colaboró', destacando la importancia del autocuidado y la información oficial. Por otro, voces como la del alcalde de Maipú, Tomás Vodanovic, evidenciaron la persistencia de problemas estructurales: 'Es muy difícil entender que, pese a los llamados y el trabajo municipal, la basura acumulada sigue colapsando los canales, como el Santa Marta, generando riesgos de desborde'. Esta disonancia refleja un choque entre la planificación y la realidad cotidiana, donde factores culturales y sociales juegan un rol decisivo.
Impactos visibles y consecuencias sociales
Las bajas temperaturas y las precipitaciones provocaron cortes eléctricos, semáforos apagados y anegamientos en varios sectores de Santiago y la región. Según reportes de la SEC, más de 30.000 clientes estuvieron sin suministro en Valparaíso, y miles en la Región Metropolitana, afectando la movilidad y la vida diaria.
Además, la activación del Código Azul fue crucial para evitar tragedias entre personas en situación de calle, un segmento especialmente vulnerable ante estas condiciones. Esta medida, sin embargo, también puso en evidencia la persistencia de desigualdades y la necesidad de políticas públicas integrales que vayan más allá de la emergencia.
Verdades que emergen del frío
Este episodio confirma que Chile, y en particular su zona central, está expuesto a fenómenos meteorológicos extremos que exigen una mirada integral y multidisciplinaria. La coordinación entre organismos técnicos, sociales y comunitarios es esencial, pero no suficiente si no se abordan las raíces culturales y estructurales que dificultan la gestión de riesgos.
Por último, la experiencia del invierno 2025 invita a repensar la relación entre ciudad y naturaleza, infraestructura y ciudadanía, prevención y respuesta. El frío extremo no solo es un desafío climático, sino también un espejo donde se reflejan las capacidades y limitaciones de un país que, pese a los avances, sigue enfrentando las consecuencias de su historia y su desigualdad.
Fuentes: Senapred, Dirección Meteorológica de Chile, Superintendencia de Electricidad y Combustibles, declaraciones de autoridades municipales y expertos meteorológicos.