El legado de Gabriel Boric: entre el triunfo histórico y el desencanto: Un gobierno marcado por promesas incumplidas y lecciones para la izquierda latinoamericana

El legado de Gabriel Boric: entre el triunfo histórico y el desencanto: Un gobierno marcado por promesas incumplidas y lecciones para la izquierda latinoamericana
Actualidad
Política
2025-11-18
Fuentes
www.latercera.com cooperativa.cl cooperativa.cl cooperativa.cl www.df.cl cooperativa.cl elpais.com www.latercera.com cooperativa.cl cooperativa.cl www.df.cl www.latercera.com ellibero.cl www.latercera.com

- Triunfo histórico con el mayor respaldo popular en la historia reciente de Chile.

- Desencanto creciente por incumplimientos en promesas clave y baja gestión ante crisis.

- Polarización y lecciones para la izquierda regional en un contexto político fragmentado.

En marzo de 2022, Gabriel Boric asumió la presidencia de Chile con una votación sin precedentes, encarnando la esperanza de una nueva izquierda capaz de transformar un país marcado por décadas de desigualdad y protestas sociales. Sin embargo, a poco más de tres años, su mandato se ha convertido en una historia de contrastes y desencantos que revela las dificultades de gobernar en un Chile profundamente polarizado y con expectativas elevadas.

El ascenso y la caída

El joven líder, que emergió de las movilizaciones estudiantiles de 2011 junto a figuras como Camila Vallejo y Giorgio Jackson, prometió una redistribución justa de la riqueza y reformas estructurales, apoyado por un programa ambicioso y una nueva Constitución. Pero en septiembre de 2022, el plebiscito constitucional fue rechazado por la ciudadanía, un duro revés que obligó a Boric a reconfigurar su gabinete y moderar su agenda.

“Necesitamos redistribuir la riqueza que producen los chilenos y chilenas”, afirmó en su discurso inaugural, pero la realidad política y la falta de mayoría en el Congreso limitaron sus avances.

Crisis y respuesta insuficiente

El punto de inflexión más dramático fue la tragedia de los incendios forestales en febrero de 2024, que dejó 138 muertos y miles de viviendas destruidas. Catorce meses después, solo un pequeño porcentaje de las casas ha sido reconstruido y entregado a las familias afectadas, según informes oficiales, lo que ha profundizado la sensación de abandono entre los damnificados.

“Aquí nosotros fuimos víctimas de un Estado fallido”, denunció René Flores, líder comunitario de El Olivar, uno de los barrios más golpeados. La lentitud y falta de coordinación estatal contrastaron con la labor de organizaciones civiles que tuvieron que suplir esas carencias.

Diversas miradas en el tablero político

Desde la derecha, la gestión de Boric es vista como un fracaso que refleja la incapacidad de la izquierda para gobernar con pragmatismo. La candidata ultraconservadora José Antonio Kast capitaliza ese descontento, mientras la candidata comunista Jeannette Jara, heredera política de Boric, lucha por mantener el apoyo en un electorado cada vez más polarizado.

En el centroizquierda, voces como el senador Pedro Araya advierten que el desprecio del presidente hacia sus predecesores y la soberbia política han erosionado la confianza ciudadana. “La soberbia es mala consejera”, señala, enfatizando la necesidad de un gobierno más cercano y efectivo.

Por otro lado, partidarios de Boric, como Constanza Martínez, presidenta del Frente Amplio, destacan que a pesar de las dificultades, se lograron avances sociales importantes, como la reducción de la jornada laboral y reformas en pensiones, y que el mandatario supo adaptarse a las demandas ciudadanas, especialmente en materia de seguridad pública.

El desafío de una generación política emergente

La juventud y falta de experiencia política han sido una espada de doble filo para Boric. La salida de figuras clave como Jackson y Vallejo, así como escándalos internos, han debilitado la cohesión del gobierno. Expertos internacionales, como Michael Shifter, subrayan que “la experiencia política importa” y que Boric ha aprendido una dura lección sobre los límites del idealismo sin pragmatismo.

Reflexiones y consecuencias

El legado de Gabriel Boric es, en esencia, una mezcla de esperanza y frustración. Su mandato expone las dificultades de implementar cambios profundos en un sistema político y social fragmentado y con instituciones tradicionales poco preparadas para transformaciones radicales. También pone en evidencia los riesgos de una política maximalista que puede alienar a sectores clave del electorado y del Congreso.

Para la izquierda latinoamericana, la experiencia chilena es un llamado a equilibrar la ambición con la gobernabilidad, a construir mayorías sólidas y a no subestimar la importancia de la experiencia política y la conexión con las demandas ciudadanas.

Finalmente, para las familias afectadas por los incendios y otros sectores vulnerables, la historia de Boric es un recordatorio doloroso de que las promesas políticas no siempre se traducen en soluciones efectivas, y que la reconstrucción social y material toma tiempo, voluntad y compromiso real.

Chile, hoy, se encuentra en una encrucijada donde el desencanto convive con la necesidad de aprender de los errores para construir un futuro más justo y estable.