
José Antonio Kast inició su despliegue territorial en La Araucanía con la convicción de que esta región, marcada por la violencia rural y el conflicto mapuche, es un terreno clave para su intento de remontar en la segunda vuelta presidencial del 14 de diciembre.El 17 de noviembre de 2025, desde Vilcún, Kast destacó que obtuvo cerca del 35% de los votos en esa zona, y reforzó su discurso centrado en la seguridad y el combate al terrorismo.
Este movimiento no es solo un acto simbólico, sino el reflejo de una estrategia cuidadosamente diseñada que busca captar el voto de sectores que apoyaron a Johannes Kaiser, Evelyn Matthei y Franco Parisi, figuras con las cuales la derecha enfrenta matices y tensiones internas.El Partido Republicano lleva semanas preparando este plan, con Martín Arrau a la cabeza del comando para la segunda vuelta.
Desde el punto de vista discursivo, Kast ha enfatizado la necesidad de "unidad" en la derecha, invitando abiertamente a Kaiser y Matthei a sumarse a su campaña, y llamando a quienes quieran trabajar por su proyecto a dejar de lado diferencias previas.“Recibimos a Johannes Kaiser, recibimos a Matthei”, afirmó, subrayando que lo que Chile necesita es un cambio real y un gobierno que no esté en "estado de emergencia" permanente, como acusa al actual.
Sin embargo, esta aparente unidad se enfrenta a desafíos concretos. Kaiser y Matthei, aunque han expresado su apoyo, mantienen sus propias agendas y condiciones. Por su parte, Franco Parisi, con un 18% de votos en primera vuelta, se ha declarado renuente a entregar un respaldo directo, exigiendo que quien busque su apoyo "tenga que ganárselo".Parisi ha dejado claro que no entregará una “carta en blanco”.
En el terreno social y regional, la apuesta de Kast toca fibras sensibles. La Araucanía, una de las regiones más golpeadas por la violencia rural, ha sido escenario de ataques nocturnos a familias, situación que Kast ha calificado como terrorismo, responsabilizando al gobierno por la falta de control territorial.“Aquí hay familias que viven bajo ataques nocturnos cobardes. Eso es lo que son: terroristas”, dijo. Esta narrativa, que apela a la seguridad, contrasta con las demandas de desarrollo y servicios básicos que también emergen desde las comunidades rurales, donde la pobreza persiste y las promesas de infraestructura parecen incumplidas.“Se hacen grandes planes desde Santiago, pero nunca llegan a término”, criticó Kast.
Desde la oposición y sectores más críticos, esta estrategia ha sido vista con escepticismo. Algunos advierten que el énfasis en la seguridad y el discurso de “recuperar Chile” pueden profundizar la polarización y no resolver las causas estructurales del conflicto en La Araucanía.
Por otro lado, la derecha enfrenta el desafío de reordenar su mapa político para no perder el impulso logrado en primera vuelta. La coordinación con Chile Vamos y la incorporación de propuestas como el "pie cero" para la vivienda juvenil buscan ampliar su base, pero también evidencian la fragmentación y la necesidad de negociación interna.Arturo Squella, presidente del Partido Republicano, destacó que los apoyos de Chile Vamos han sido "incondicionales", aunque sin condicionamientos programáticos estrictos.
En síntesis, la campaña de Kast en La Araucanía es un escenario donde convergen tensiones políticas, demandas sociales y narrativas contrapuestas sobre el futuro de Chile. La apuesta por la seguridad y la unidad en la derecha enfrenta la disonancia de apoyos condicionados y un electorado diverso.
Las verdades que emergen tras semanas de despliegue y negociaciones apuntan a que la segunda vuelta no será solo una contienda entre dos candidatos, sino una batalla por consolidar alianzas y reconciliar agendas fragmentadas en un país que busca estabilidad y soluciones profundas.
La estrategia de Kast refleja una derecha que se mueve entre la urgencia de un cambio y la complejidad de sus propios desacuerdos internos, mientras La Araucanía permanece en el centro de un conflicto que no solo es electoral, sino también social y territorial.
2025-11-15