
Un giro inesperado en el escenario político chileno se reveló con la presentación definitiva del programa presidencial de Jeannette Jara el pasado agosto, que hoy, a tres meses de las elecciones, permite analizar con perspectiva la estrategia y sus implicancias para el país.
El 18 de agosto de 2025, Jara anunció que descartaba un impuesto al patrimonio y la eliminación de las AFP, medidas que habían sido ejes en su propuesta inicial. Esta decisión, lejos de ser simplemente un ajuste técnico, refleja un complejo entramado de negociaciones políticas y una lectura pragmática de las fuerzas en juego.
Desde la izquierda más crítica, la renuncia a estas medidas fue leída como una traición a los compromisos de transformación profunda que el electorado esperaba. “Es una concesión a los poderes económicos que limita la justicia social que Chile necesita”, apuntó un dirigente del Frente Amplio en conversación con este medio.
Por otro lado, sectores centristas y algunos economistas valoraron el cambio como un acto de realismo político necesario para garantizar gobernabilidad y evitar bloqueos legislativos. “La gradualidad y el foco en un ingreso vital de $750 mil, con aportes estatales y apoyo a pequeñas empresas, son pasos más factibles y sostenibles”, explicó una académica de la Universidad de Chile.
Finalmente, la ciudadanía, particularmente en regiones afectadas por la precariedad laboral, mostró una recepción ambivalente: si bien valoran la extensión del postnatal parental y la propuesta de una Agencia Nacional de Empleo, persiste la frustración por la ausencia de medidas más radicales en pensiones y tributación.
El programa oficialista mantiene un compromiso con la sostenibilidad fiscal, buscando financiar las nuevas políticas mediante reasignaciones de gasto y fortalecimiento de la recaudación, sin aumentar la deuda pública más allá de los parámetros actuales. Se propone también agilizar la tramitación de proyectos de inversión y crear una Oficina Presidencial para articular esfuerzos público-privados.
En materia social, la propuesta destaca la extensión del postnatal parental obligatorio para hombres, pasando de cinco días a un mes, y la universalización del acceso a sala cuna para madres y padres trabajadores, financiada por un fondo mixto.
Respecto a recursos naturales, el programa abandona la nacionalización del litio y cobre, aunque mantiene la creación de una Empresa Nacional del Litio con metas ambiciosas de producción y estándares ambientales.
Este viraje programático pone en evidencia la tensión entre las aspiraciones de cambio profundo y las limitaciones impuestas por la realidad política y económica.
La renuncia a impuestos al patrimonio y a la eliminación de las AFP no solo es un ajuste táctico, sino un reflejo de la complejidad del sistema político chileno y de la necesidad de construir mayorías amplias.
El foco en un ingreso vital gradual y en políticas sociales concretas apunta a un modelo de transformación más pragmático, que busca equilibrar justicia social con estabilidad fiscal.
Sin embargo, esta estrategia deja abierta la pregunta sobre la capacidad del próximo gobierno para atender las demandas de quienes esperan cambios estructurales profundos y rápidos.
La disputa está planteada: ¿es posible avanzar en reformas sociales significativas sin confrontar directamente a los poderes económicos y financieros? El desenlace de esta historia, que ya se juega en los pasillos del Congreso y en la opinión pública, será determinante para el rumbo de Chile en los próximos años.
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Fuentes consultadas incluyen el análisis del programa oficialista publicado por Diario Financiero (2025-08-19), opiniones de dirigentes políticos y académicos, y reportes ciudadanos recogidos en terreno durante las semanas posteriores al anuncio.
2025-11-05