
Un escenario cargado de tensiones y desafíos se despliega en la política chilena a menos de un mes del balotaje presidencial. Jeannette Jara, candidata de la izquierda y exministra del Trabajo, obtuvo la primera mayoría en la elección del 16 de noviembre con un 26,8% de los votos, superando al republicano José Antonio Kast, que alcanzó un 23,9%. Sin embargo, este triunfo temprano no se traduce en un camino despejado para la exdirigente comunista, quien ahora debe enfrentar un complejo escenario para el 14 de diciembre, cuando se definirá al próximo presidente.
El factor más disruptivo ha sido la irrupción de Franco Parisi, líder del Partido de la Gente (PDG), quien con un 19,7% se consolidó como tercera fuerza nacional y ganó en regiones tradicionalmente esquivas para la izquierda, como Tarapacá y Atacama. Parisi, desde su sede en Providencia, rechazó entregar su apoyo a cualquiera de los dos candidatos y desafió a ambos a "ganarse los votos".
Esta postura ha tensionado el tablero electoral, pues el electorado de Parisi es heterogéneo y anti-elitista, y su decisión de no ceder votos de forma automática obliga a Jara y Kast a desplegar estrategias más sofisticadas y menos dependientes de alianzas tradicionales.
Por su parte, Jara ha hecho un gesto político inédito al anunciar que, de llegar a La Moneda, suspenderá su militancia en el Partido Comunista, una decisión que ha generado debate y críticas desde distintos sectores. Sin embargo, la ley antidíscolos vigente le impide renunciar o suspender formalmente su militancia durante la campaña, un obstáculo legal que ella misma ha señalado.
Este gesto busca proyectar una imagen de gobernante transversal, capaz de dialogar con sectores más amplios, pero también expone la tensión entre identidad política y pragmatismo electoral. La candidata ha subrayado que su autonomía política ha sido real desde la primaria, y que su compromiso es gobernar "para todos los chilenos".
El escenario no está exento de críticas cruzadas. Kast ha buscado vincular a Jara con el bajo nivel de aprobación del actual gobierno de Gabriel Boric, del cual ella fue ministra, mientras que Jara ha cuestionado la viabilidad del programa fiscal de Kast y lo ha calificado como una amenaza para la libertad y la democracia.
En el trasfondo, el electorado chileno enfrenta un dilema entre continuidad y cambio, entre modelos políticos que se disputan no solo el poder, sino también la narrativa sobre el futuro del país. La fragmentación del voto y la aparición de fuerzas emergentes como el PDG reflejan un país en busca de alternativas y con una ciudadanía cada vez más crítica y escéptica.
Perspectivas desde el territorio y la sociedad civil
En regiones donde Parisi se impuso, la votación refleja un malestar con los partidos tradicionales y una demanda por nuevas formas de representación. Líderes sociales y académicos coinciden en que esta elección revela una ciudadanía que no se siente representada por los discursos polarizados y busca propuestas concretas en empleo, seguridad y calidad de vida.
Por otro lado, expertos en ciencia política advierten que la segunda vuelta será una contienda de alta complejidad, donde la capacidad de Jara para atraer a votantes no ideologizados y a los seguidores de Parisi será decisiva. La estrategia de Kast, por su parte, se ha centrado en capitalizar la preocupación ciudadana por la seguridad y el orden.
Conclusiones y consecuencias
La elección presidencial de 2025 marca un punto de inflexión en la política chilena. La primera vuelta evidenció una fragmentación inédita y la emergencia de liderazgos que desafían el sistema tradicional. La decisión de Jara de suspender su militancia comunista, aunque limitada por la ley, simboliza un intento de reconfigurar la identidad política en función del gobierno.
Parisi, por su parte, ha demostrado que su electorado no es un botín transferible, lo que obliga a los candidatos a desplegar campañas más inclusivas y menos dependientes de pactos verticales.
Finalmente, la segunda vuelta será un verdadero examen para la democracia chilena, donde la capacidad de los candidatos para construir puentes, gestionar diferencias y responder a las demandas ciudadanas definirá no solo el próximo gobierno, sino también el rumbo político del país en los años venideros.
“La segunda vuelta está completamente cuesta arriba para Jara, la elección apunta a una masacre electoral si no hay una genialidad”, advierte el politólogo Alfredo Joignant, reflejando la complejidad del momento.
En definitiva, Chile observa con atención cómo se despliega este duelo que no solo decidirá un presidente, sino que también pondrá a prueba la madurez y resiliencia de su sistema político.
2025-11-16