
El escenario electoral chileno exhibe una nueva dimensión cuando se observa el voto en cárceles y regiones con alta conflictividad social. A más de una semana de la primera vuelta presidencial, los datos oficiales del Servicio Electoral (Servel) revelan que José Antonio Kast, candidato del Partido Republicano, se impuso en 11 de las 17 cárceles del país, con un total de 623 internos que ejercieron su derecho a voto. Este fenómeno no solo confirma su respaldo en sectores tradicionalmente marginados, sino que también anticipa la intensidad del balotaje que tendrá lugar el 14 de diciembre.
En recintos penitenciarios de Arica, Alto Hospicio, Antofagasta, Coquimbo, Valparaíso, Colina, Santiago Sur, San Joaquín, Rancagua, Valdivia y Punta Arenas, Kast logró la primera mayoría. En contraste, Jeannette Jara, la candidata del pacto Unidad por Chile, fue la preferida en la cárcel de mujeres de Antofagasta, Puente Alto, Santiago 1 y Biobío. Franco Parisi, por su parte, ganó en la cárcel de Calama.
“La segunda vuelta será, en la práctica, un plebiscito”, afirmó Germán Codina, vocero de Kast. Para él, la elección no solo enfrenta proyectos políticos, sino también visiones antagónicas sobre el futuro del país. “La gente va a decidir entre seguir con un Gobierno que deteriora el país o elegir un proyecto de cambio y orden”, agregó.
Este análisis encuentra eco en la región de La Araucanía, donde el voto se dividió casi en partes iguales entre Kast y Jara, cada uno con cerca del 30%. La zona, marcada por décadas de conflicto y violencia, se convierte en un microcosmos de la polarización nacional. Kast reforzó su presencia con una visita a Temuco, reuniéndose con víctimas de terrorismo y dirigentes locales, en un intento por consolidar su base en un territorio clave.
Desde la perspectiva política, este resultado exhibe la fragmentación del electorado y el desafío que enfrentan ambos candidatos para ampliar sus apoyos. Mientras Kast capitaliza el descontento con la continuidad del Gobierno de Gabriel Boric y apela a un electorado que exige orden y seguridad, Jara representa la continuidad de un proyecto progresista que busca reformas sociales profundas.
En términos sociales, el voto en cárceles refleja un electorado que, aunque marginado, participa activamente y expresa preferencias políticas claras, desafiando estereotipos y mostrando que la prisión no es sinónimo de apatía política.
Finalmente, la segunda vuelta presidencial se perfila como un duelo que trasciende lo electoral para convertirse en un referéndum sobre el modelo de país. La polarización, lejos de disminuir, se profundiza, y la capacidad de ambos candidatos para dialogar con distintos sectores será determinante para evitar una fractura social mayor.
En conclusión, el predominio de Kast en las cárceles y su desempeño en regiones conflictivas como La Araucanía son indicadores que no pueden ser ignorados en el análisis del próximo balotaje. La elección no solo decidirá un gobierno, sino también el rumbo de la convivencia y la cohesión social chilena en los años venideros.