
Un descenso del podio a lo común. Luego de una campaña presidencial que lo llevó a un sexto lugar en la elección del 16 de noviembre de 2025, Harold Mayne-Nicholls, conocido por su perfil técnico y alejado de los circuitos tradicionales del poder, fue captado por pasajeros en la línea 1 del Metro de Santiago, reincorporándose a la vida cotidiana de miles de ciudadanos. Esta imagen, aparentemente trivial, encierra un relato sobre la política chilena y la relación de sus protagonistas con la ciudadanía.
El domingo 16 de noviembre, Mayne-Nicholls votó y evitó anticipar su posición para la segunda vuelta, explicando que “los extremos me complican”, una frase que resume su distancia crítica con las polarizaciones que dominan el escenario político actual. Su retorno al transporte público, lejos de la pompa y el despliegue mediático, pone en evidencia un tránsito de la política como espectáculo a la política como experiencia ciudadana.
Perspectivas enfrentadas. Desde la centroizquierda, algunos analistas ven en Mayne-Nicholls a un actor que podría jugar un rol moderador en la segunda vuelta electoral, aportando a una opción más dialogante y menos confrontacional. Sin embargo, sectores de derecha lo interpretan como un candidato que no logró conectar con las demandas sociales profundas, quedando relegado a un segundo plano.
En barrios populares de Santiago, la imagen de Mayne-Nicholls en el Metro fue recibida con sorpresa y cierta empatía. Para muchos, representa la posibilidad de que los políticos vuelvan a ser ciudadanos comunes, mientras que otros lo ven como un símbolo de la desconexión entre las élites y la realidad cotidiana.
Una campaña marcada por la distancia de los extremos. Durante la elección, su discurso se centró en evitar las posturas radicales, buscando un equilibrio difícil en un país que se debate entre propuestas polarizadas. “Los extremos me complican”, declaró el propio Mayne-Nicholls, señalando no solo su posición política, sino también la dificultad de construir puentes en un escenario fragmentado.
Verdades y consecuencias. La elección de 2025 deja en claro que la política chilena sigue marcada por la fragmentación y la búsqueda de referentes que puedan conectar con la ciudadanía sin caer en simplificaciones. La imagen de Mayne-Nicholls en el Metro es un recordatorio palpable de que, más allá de la campaña y los resultados, los actores políticos son también parte de la sociedad que aspiran a representar.
Este episodio invita a reflexionar sobre la relación entre política y ciudadanía, y cómo la distancia entre ambos puede ser tanto un problema como una oportunidad para renovar la democracia chilena.