
El Parque Nacional Torres del Paine, joya natural y destino emblemático del turismo chileno, se convirtió en escenario de una tragedia que ha estremecido al país y al mundo. El pasado lunes 10 de noviembre de 2025, cinco turistas extranjeros perdieron la vida y varios más estuvieron en riesgo extremo debido a un fenómeno climático conocido como "viento blanco". Este evento, caracterizado por ráfagas de viento que alcanzaron los 190 kilómetros por hora y una nevada intensa, borró las huellas en los senderos y desorientó a los visitantes, quienes se encontraban en el circuito "O", una ruta exigente que rodea el macizo Paine.
Desde el primer aviso de desaparición, se desplegaron equipos de Carabineros, el Ejército, Socorro Andino y la Corporación Nacional Forestal (Conaf), quienes enfrentaron condiciones extremas para buscar y rescatar a los afectados. Las víctimas fatales fueron identificadas como dos mexicanos, dos alemanes y una británica, mientras que varios turistas sobrevivieron, algunos con síntomas severos de hipotermia. La emergencia llevó al cierre temporal del Macizo Paine y a una coordinación inédita entre autoridades locales y nacionales para contener la crisis.
Desde el gobierno, el Presidente Gabriel Boric expresó sus condolencias y destacó el esfuerzo de los equipos de rescate, enfatizando la colaboración institucional en momentos difíciles. Sin embargo, la tragedia abrió un debate profundo en distintos sectores.
- "El fenómeno del viento blanco es conocido, pero la gestión del parque no estaba preparada para un evento de esta magnitud", señaló un experto en gestión de riesgos climáticos.
- Desde el sector turístico, algunos operadores cuestionaron la falta de protocolos claros para informar y limitar el acceso en condiciones de riesgo, mientras que autoridades regionales defendieron las medidas tomadas, apuntando a la imprevisibilidad del microclima en la zona.
- Organizaciones ambientalistas y de derechos de los turistas han pedido una revisión exhaustiva de las políticas de seguridad y prevención, subrayando que la presión turística creciente requiere una gestión más robusta y adaptada a los desafíos climáticos actuales.
El meteorólogo Arnaldo Zúñiga explicó que el "viento blanco" es un microclima característico de la zona, donde ráfagas intensas y nieve pueden aparecer súbitamente, complicando la visibilidad y navegación. Esta condición, junto con la topografía montañosa, genera un escenario peligroso para excursionistas poco preparados o para quienes subestiman la volatilidad del clima en Torres del Paine.
Esta tragedia, más allá del dolor humano, pone en evidencia la necesidad urgente de revisar y fortalecer los mecanismos de prevención y respuesta en parques nacionales y áreas de alta montaña. La combinación de turismo masivo, condiciones climáticas extremas y protocolos insuficientes puede ser mortal. Chile, país con una vocación creciente hacia el turismo de naturaleza, enfrenta ahora un desafío para equilibrar apertura y seguridad.
Queda claro que ninguna gestión puede eliminar todos los riesgos, pero sí es posible minimizar su impacto mediante educación, tecnología y coordinación multisectorial. La tragedia de Torres del Paine invita a una reflexión profunda sobre cómo convivir con la naturaleza en su estado más imprevisible, sin perder de vista la responsabilidad estatal y social que ello implica.
En definitiva, el coliseo de esta tragedia ha mostrado a protagonistas enfrentados: la naturaleza indómita, el desafío de la gestión humana y la vulnerabilidad de quienes buscan en el paisaje la aventura y el encuentro consigo mismos. El espectador queda con la tarea de entender que la tragedia no es solo un hecho aislado, sino un espejo de decisiones y omisiones que deben ser examinadas con rigor y empatía.