
La elección presidencial del 16 de noviembre de 2025 dejó un escenario tan inesperado como complejo para Chile. Jeannette Jara, la candidata oficialista de Unidad por Chile, obtuvo un 26,8% de los votos, mientras que José Antonio Kast, líder del Partido Republicano y Social Cristiano, alcanzó un 23,9%. Ambos avanzaron a la segunda vuelta programada para el 14 de diciembre, dejando atrás a Franco Parisi, fundador del Partido de la Gente, quien con un 19,7% se impuso en el norte del país pero no logró consolidar un apoyo nacional suficiente para disputar el balotaje.
Este resultado no solo sorprendió por la estrecha diferencia entre Jara y Kast, sino por la fragmentación que evidenció en el electorado chileno. La dispersión del voto en la derecha, con candidaturas como las de Evelyn Matthei y Johannes Kaiser, y la aparición de Parisi como un actor regional potente, reflejan un país políticamente fragmentado y con múltiples tensiones internas.
### Un duelo que no es solo entre dos candidatos
Desde la perspectiva oficialista, el resultado de Jara fue una decepción, el peor desempeño de la izquierda en una elección presidencial en años recientes. La candidata no logró atraer los votos de otros independientes ni contener el avance de la derecha en el Congreso, donde ningún bloque logró mayoría absoluta. Esto deja en evidencia una izquierda que, aunque presente, enfrenta dificultades para consolidar una base amplia y estable.
Por el lado de Kast, la victoria en la primera vuelta fue interpretada como un triunfo en la "primaria de la derecha". German Codina, integrante del comando de Kast, señaló que el escenario actual es muy distinto al de 2021 y destacó el apoyo recibido de figuras como Evelyn Matthei y Johannes Kaiser. El republicano capitalizó la unidad parcial de la derecha y la desconfianza hacia el oficialismo para posicionarse como la principal alternativa de cambio.
### Franco Parisi: el factor regional y bisagra
El fenómeno Parisi fue uno de los elementos más disruptivos de la elección. Con un 19,7% a nivel nacional y liderando en las regiones del extremo norte, Parisi supo interpretar las demandas regionales y sociales que no encontraron respuesta en los grandes bloques políticos. Sin embargo, su decisión de no apoyar explícitamente a ninguno de los candidatos en la segunda vuelta y de realizar una consulta digital para definir su respaldo mantiene en suspenso el destino de su electorado.
Además, la bancada parlamentaria surgida de su partido, aunque inicialmente fuerte, ha perdido cohesión, con varios diputados desvinculados del PDG, lo que añade un grado de incertidumbre sobre cómo influirán en las negociaciones futuras.
### Congreso sin mayoría clara: un desafío para el próximo gobierno
Con cerca del 90% de los votos escrutados, ningún candidato cuenta con un Congreso favorable. La derecha, a pesar de su avance, no logró superar los 76 diputados y 25 senadores, insuficiente para una mayoría absoluta.
Este escenario anticipa un gobierno que deberá negociar y buscar acuerdos transversales, en un contexto marcado por la persistencia del llamado "discolaje" y la falta de reformas políticas profundas que permitan mayor gobernabilidad.
### Voces contrapuestas y lo que está en juego
El oficialismo advierte que la continuidad de Boric a través de Jara es la única garantía para mantener los avances sociales y democráticos, mientras que la derecha, representada por Kast y sus aliados, plantea un cambio profundo que, según ellos, es necesario para preservar el Estado de Derecho y las libertades.
Sin embargo, las tensiones internas en ambos bloques y la incertidumbre sobre el comportamiento de los votantes de Parisi y otros candidatos menores hacen que el resultado de la segunda vuelta sea impredecible.
### Conclusiones: una elección que refleja la complejidad de Chile
Este balotaje no es solo una elección presidencial, sino un reflejo de la fragmentación política, las demandas regionales y sociales no satisfechas, y la necesidad urgente de diálogo y acuerdos en el país.
Las verdades que emergen son claras: ningún candidato es dueño absoluto de los votos, el Congreso seguirá siendo un espacio de negociación y tensión, y el electorado chileno demanda respuestas que vayan más allá del tradicional binomio izquierda-derecha.
En definitiva, el 14 de diciembre Chile no solo elegirá a su próximo presidente, sino que definirá, en medio de un escenario polarizado y fragmentado, la dirección política y social que el país tomará en los próximos años.