
Un escenario de múltiples desafíos se abrió tras la primera vuelta presidencial del 16 de noviembre, donde Jeannette Jara (Unidad por Chile) y José Antonio Kast (Republicanos) se perfilan para un balotaje que promete ser uno de los más reñidos y complejos en la historia reciente del país. Jara obtuvo un 26,85% de los votos, mientras Kast alcanzó un 23,92%, cifras que no solo reflejan el pulso electoral, sino también la fractura y recomposición de fuerzas políticas y sociales que se han ido gestando en los últimos años.
El lunes 17, Jara inició su campaña para la segunda vuelta en La Pintana, la misma comuna donde Gabriel Boric comenzó su despliegue en 2021. La elección no es casual: La Pintana representa un sector popular, con demandas concretas y un electorado sensible a temas como seguridad y calidad de vida. La alcaldesa Claudia Pizarro (DC) destacó que en esta comuna Jara conecta con "el punch de la mujer trabajadora, honesta", y subrayó que más del 52% de sus habitantes respaldan esa identidad.
Sin embargo, la comuna es también el epicentro del electorado de Franco Parisi, quien sorprendió obteniendo casi un 20% nacional y un 26,8% en La Pintana, consolidándose como un actor clave para el balotaje. Jara ha reconocido explícitamente la necesidad de conquistar ese voto, que se muestra escéptico y despolitizado, buscando propuestas claras y soluciones tangibles.
La primera vuelta dejó una herida visible en la centroizquierda. El Socialismo Democrático, que agrupa al PS y PPD, no solo lamenta el resultado de Jara —considerado por ellos como el peor desempeño de la izquierda en décadas— sino que también apunta críticas al papel que ha jugado el gobierno de Boric en la campaña.
"La Moneda y el PC ojalá no compliquen el despliegue de Jara hacia segunda vuelta", afirmó el senador Juan Luis Castro (PS), reflejando un sentimiento extendido en el sector de que la visibilidad y protagonismo del Presidente Boric, especialmente en su ofensiva contra Kast, terminó por perjudicar la candidatura oficialista.
El diputado Jaime Araya (PPD) fue aún más explícito: "Boric es el peso muerto que debe cargar Jeannette", una metáfora dura que evidencia la tensión interna y el temor a que el desgaste del actual gobierno afecte la posibilidad de retener La Moneda.
Por otro lado, voces dentro del Partido Comunista, como el senador Daniel Núñez, sugieren que Jara debería marcar distancia del actual gobierno para superar la percepción de resultados modestos y expectativas incumplidas.
En respuesta, Jara ha optado por un discurso que busca equilibrar distancia y continuidad. En entrevistas televisivas, reiteró que "el Presidente y el gobierno deben dedicarse a gobernar", negándose a pedir consejos a Boric y enfatizando que su campaña debe construirse con autonomía. Sin embargo, también ha anunciado refuerzos en su comando, incluyendo alcaldes y figuras independientes, con la intención de ampliar su base y llegar a sectores más allá de la izquierda tradicional.
El coordinador estratégico Darío Quiroga ha planteado que la apuesta comunicacional se centrará en aumentar presencia en matinales, podcasts y debates, donde Jara buscará exponer y confrontar sus propuestas con las de Kast. La candidata también ha expresado que la seguridad será uno de los ejes centrales de esta etapa, un tema que resuena con el electorado popular y que pretende capitalizar para recuperar terreno.
El balance a esta altura es claro: el oficialismo enfrenta un escenario de alta complejidad, donde la unidad interna está tensionada por diferencias sobre el rol del gobierno y la estrategia electoral. Jara debe conquistar un electorado fragmentado, especialmente el de Parisi, en un plazo corto y con recursos limitados.
Por su parte, el gobierno de Boric ha optado por un perfil de cautela pública, evitando intervenir directamente en la campaña y enfocándose en sacar adelante la agenda legislativa pendiente. Esta decisión, sin embargo, no ha calmado las críticas internas ni ha despejado las dudas sobre la capacidad del oficialismo para reconquistar el centro político y evitar la llegada de la derecha al poder.
Lo que está en juego no es solo una elección presidencial, sino la viabilidad de un proyecto político que, tras años de transformaciones y crisis, debe demostrar si puede renovar su vínculo con una ciudadanía que demanda soluciones concretas y liderazgo efectivo.
En definitiva, el balotaje del 14 de diciembre será un coliseo donde se enfrentarán no solo dos candidatos, sino dos visiones del país, con la ciudadanía como espectadora crítica y expectante ante el desenlace de esta contienda que ya trasciende lo electoral para convertirse en un reflejo de las tensiones sociales y políticas que atraviesan Chile en 2025.