
Bolivia vuelve a un capítulo controvertido de su historia con la reciente decisión del presidente Rodrigo Paz de reabrir la puerta a la presencia de la DEA estadounidense, una agencia que fue expulsada en 2008 tras casi 20 años de ausencia. El 14 de noviembre de 2025, el ministro de Gobierno, Marco Antonio Oviedo, anunció oficialmente que la DEA se integrará a la cooperación internacional en la lucha contra el narcotráfico, marcando un giro radical en la política antidrogas del país andino.
Este movimiento ocurre en un contexto político y social profundamente convulsionado. En agosto de este año, la izquierda boliviana, representada históricamente por el Movimiento al Socialismo (MAS) y su líder Evo Morales, sufrió una derrota electoral histórica tras casi dos décadas en el poder. La fractura interna del MAS, el desgaste político acumulado y la crisis económica-social que atraviesa Bolivia han dejado al país en una encrucijada.
La reapertura de la DEA ha desatado una fuerte reacción en varios sectores, especialmente en el Trópico de Cochabamba, bastión tradicional de Morales y epicentro de la producción de coca. 'Somos enfáticos: no vamos a permitir la instalación de ninguna base militar en el Trópico de Cochabamba. Si quieren traer a la DEA de vuelta, que la lleven a la frontera, donde supuestamente ocurre el tráfico internacional,' declaró el dirigente cocalero Aquilardo Caricari, reflejando el sentir de una parte importante de la población local.
Por su parte, el expresidente Morales, desde su refugio político en la región, ha denunciado la medida como una intromisión extranjera y una amenaza a la soberanía, 'La región del Trópico ya tiene la presencia de 13 unidades militares (...) Tal como manda nuestra Constitución, los militares no deben permitir que extranjeros les den órdenes ni que ellos se desplacen por nuestro territorio.'
El actual gobierno, en cambio, justifica la decisión en la necesidad de enfrentar una escalada de violencia ligada al crimen organizado y al narcotráfico, problemas que, según el ministro Oviedo, no pueden ser abordados sin cooperación internacional. 'Sin la DEA retrocedimos en la lucha, batallando con los ojos vendados,' afirmó, prometiendo apoyo tecnológico, logístico y de capacitación.
La historia de la DEA en Bolivia no es nueva ni pacífica. Su presencia durante los años 80 y 90 estuvo marcada por operativos de erradicación forzada que dejaron una veintena de muertos y un legado de desconfianza y resentimiento entre campesinos y cocaleros. Aquellos episodios de violencia y represión, amparados en la llamada "guerra contra las drogas" impulsada por Washington, aún resuenan en la memoria colectiva del Trópico.
La reapertura de esta cooperación se da en un escenario donde la izquierda, debilitada tras perder las elecciones presidenciales y con Evo Morales fuera de la contienda, ha visto fracturarse su base social y política. El MAS, otrora hegemónico, quedó relegado al sexto lugar con un 3% de los votos, mientras que el nuevo presidente Paz, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, impulsa un giro hacia políticas más conservadoras y apertura a la cooperación internacional.
La decisión de reactivar la cooperación con la DEA abre un nuevo capítulo en la compleja lucha antidrogas en Bolivia, que no solo es una cuestión de seguridad, sino también de soberanía, identidad y desarrollo económico.
El gobierno apuesta por reemplazar la producción de coca en el Chapare con actividades económicas alternativas, como el turismo y la hostelería, intentando evitar los errores del pasado cuando programas de erradicación compensada fracasaron por la rentabilidad de la hoja de coca.
Sin embargo, las tensiones entre las fuerzas políticas y sociales, la persistente fragmentación del MAS y la resistencia de los cocaleros auguran un camino difícil y conflictivo.
Este episodio invita a reflexionar sobre las complejidades de la política antidrogas en América Latina, donde la cooperación internacional, las luchas internas y las realidades socioeconómicas se entrelazan en un escenario donde nadie sale indemne.
Fuentes consultadas incluyen reportajes de EL PAÍS América y BBC News Mundo, así como declaraciones oficiales y voces de actores locales y nacionales.