
El inesperado ascenso de Rodrigo Paz a la presidencia de Bolivia ha cambiado el tablero político de la región, abriendo un capítulo que conjuga promesas de pragmatismo económico, reconciliación diplomática y tensiones latentes por pasados cuestionamientos.El 19 de octubre de 2025, Paz fue electo presidente tras una campaña marcada por un discurso moderado y un enfoque centrado en la estabilidad fiscal, la apertura comercial y la lucha contra la corrupción.
Rodrigo Paz, de 58 años, exalcalde de Tarija y senador, es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora. Su trayectoria ha sido una mezcla de éxitos en cargos públicos y cuestionamientos legales por presuntas irregularidades durante su gestión municipal, incluyendo denuncias de sobreprecios en obras públicas. Estos antecedentes no impidieron que Paz se posicionara como la figura capaz de romper con el ciclo de polarización política que Bolivia ha vivido en la última década.
“A mí lo que me importa es que la gente coma y pueda trabajar, que el Estado no te joda la vida”, declaró durante la campaña, sintetizando su promesa de un Estado más eficiente y menos intervencionista.
Uno de los ejes más controvertidos de su propuesta ha sido la intención de restablecer relaciones diplomáticas plenas con Chile y Estados Unidos, países con los que Bolivia ha tenido tensiones históricas.Durante la campaña, Paz aseguró: “Yo voy a reabrir las relaciones con Chile, voy a reabrir las relaciones con los Estados Unidos, voy a reabrir relaciones con todo aquel que sea un buen socio”. Esta postura ha generado reacciones encontradas dentro y fuera del país.
Desde sectores conservadores bolivianos y parte del electorado tradicional del Movimiento al Socialismo (MAS), se observa con recelo esta apertura, temiendo concesiones en temas sensibles como la demanda marítima contra Chile. En contraste, empresarios y analistas económicos valoran la posibilidad de mejorar el comercio y la inversión extranjera.
En Bolivia, la noticia ha desatado un debate intenso. Por un lado, voces ciudadanas en Tarija y otras regiones apoyan la promesa de descentralización presupuestaria y acceso a crédito para pequeños empresarios. Por otro, organizaciones sociales y grupos indígenas expresan preocupación por la continuidad de políticas que podrían afectar derechos adquiridos o profundizar desigualdades.
En Chile, la reacción oficial ha sido cautelosa. Si bien se reconoce el interés de Paz en normalizar relaciones, persisten dudas sobre la viabilidad política de acuerdos concretos dada la volatilidad interna boliviana y los antecedentes de declaraciones polémicas, como sus acusaciones contra carabineros chilenos por el robo de vehículos.Según datos oficiales chilenos, el robo de vehículos en el norte del país aumentó un 185% entre enero y julio de 2025, un problema que ha tensionado la relación bilateral.
La presidencia de Rodrigo Paz representa un intento por romper con la tradición política boliviana de polarización y confrontación, apostando por un discurso pragmático que busca atraer inversión y reactivar la economía. Sin embargo, la sombra de su pasado y las complejidades sociales y políticas del país plantean desafíos que no se resolverán fácilmente.
El restablecimiento de relaciones con Chile y Estados Unidos podría ser un paso positivo para la integración regional, pero dependerá de la capacidad de Paz para negociar sin ceder en temas de soberanía y justicia histórica, así como de su habilidad para manejar la oposición interna.
En definitiva, la historia de Rodrigo Paz es la de un político que, más allá de su perfil moderado, deberá enfrentar un coliseo de intereses contrapuestos, donde la estabilidad y el progreso están en juego, y donde cada decisión tendrá consecuencias profundas para Bolivia y sus vecinos.
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Fuentes: La Tercera (2025-10-19), Cooperativa.cl (2025-08-18), Sistema Táctico de Operación Policial (Chile, 2025), análisis de expertos regionales.