Patrimonio cultural en Chile: un terreno de tensiones entre protección y desarrollo

Patrimonio cultural en Chile: un terreno de tensiones entre protección y desarrollo
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-19
Fuentes
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- Fragilidad estructural del patrimonio cultural chileno, con ejemplos concretos como el ascensor Artillería en Valparaíso.

- Debate legislativo intenso sobre la nueva Ley de Patrimonio, con voces críticas que alertan sobre burocracia y paralización de proyectos.

- Multiplicidad de perspectivas que confrontan la urgencia por conservar con la necesidad de desarrollo económico y social.

Un patrimonio frágil y en disputa

El reciente anuncio de la restauración del ascensor Artillería en Valparaíso, gracias a un convenio entre Asmar y el Ministerio de Obras Públicas, ha puesto nuevamente sobre la mesa la profunda vulnerabilidad del patrimonio cultural chileno. Como señala el profesor Felipe Pavez Torrealba, esta obra emblemática no debería ser la excepción que se celebra cada década, sino la norma en una política constante de cuidado y mantenimiento. 'El verdadero desafío no es restaurar lo que se ha perdido, sino cuidar lo que aún resiste', afirma.

Este caso refleja un problema estructural: el patrimonio cultural no solo es un símbolo identitario, sino un activo social y económico que corre riesgo por la falta de políticas integrales y recursos adecuados.

Ley de Patrimonio Cultural: ¿modernización o traba?

En el Congreso, la discusión sobre la nueva Ley de Patrimonio Cultural ha generado un intenso debate que expone tensiones profundas. Por un lado, existe consenso en la necesidad de modernizar una legislación que data de 1970, actualizando conceptos y ampliando la protección a manifestaciones culturales inmateriales y patrimonios indígenas y afrodescendientes.

Pero, por otro lado, expertos y actores productivos advierten que la propuesta presenta definiciones ambiguas y categorías amplias que podrían extender los tiempos de evaluación ambiental y paralizar obras clave. Iván Llancas, analista de cobre, señala que la indefinición en términos como 'paisaje cultural' o 'sitio de significación cultural' abre la puerta a interpretaciones que pueden detener proyectos estratégicos para el país.

'No puede ser que un hallazgo irrelevante detenga por meses proyectos que impactan directamente en la calidad de vida. Proteger el patrimonio no puede significar frenar el desarrollo', advierte Óscar Acuña, exsecretario ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales.

Además, la propuesta de aumentar el consejo patrimonial a 30 integrantes ha sido cuestionada por su potencial ineficiencia y falta de especialización técnica, lo que podría agravar la burocracia en lugar de aliviarla.

Perspectivas en tensión: conservación, desarrollo y justicia social

La discusión no solo es técnica, sino también política y social. Desde el mundo académico y ambiental, se enfatiza la urgencia de proteger un patrimonio que ha sufrido abandono y amenazas, tanto naturales como humanas. La experiencia internacional, como la digitalización y reproducción 3D de obras en peligro, muestra caminos innovadores para conservar sin paralizar.

Simultáneamente, sectores productivos y regionales exigen claridad y agilidad para que la protección patrimonial no se convierta en un obstáculo para el desarrollo económico y la generación de empleo. La salmonicultura, por ejemplo, enfrenta contradicciones regulatorias que frenan su potencial a pesar del consenso político y social en su favor.

Por último, voces como la de Magdalena Krebs, directora ejecutiva de la Corporación de Patrimonio Cultural de Chile, proponen un consejo autónomo, reducido y profesionalizado, con una secretaría técnica que garantice la diversidad y la mirada estratégica, incorporando también dimensiones urbanísticas, medioambientales y económicas.

Verdades y consecuencias

El patrimonio cultural chileno es un campo de batalla donde convergen la memoria, la identidad y el futuro. La fragilidad del patrimonio tangible e intangible está vinculada a decisiones políticas, recursos disponibles y modelos de gestión. La nueva ley, si no se revisa con rigor, corre el riesgo de profundizar la burocracia y la incertidumbre, afectando tanto la conservación como el desarrollo.

El desafío es encontrar un equilibrio que permita proteger la riqueza cultural sin paralizar el progreso, promoviendo un diálogo entre expertos, comunidades, autoridades y sectores productivos. Solo así se podrá avanzar hacia una gestión patrimonial que sea efectiva, justa y sostenible.

En definitiva, la historia reciente y los debates actuales muestran que el patrimonio cultural no es un tema menor o estático, sino un campo dinámico y conflictivo que requiere atención profunda y plural para no perder lo que define a Chile y, al mismo tiempo, construir un futuro viable para todos.