
Un triunfo a medias que desnuda la complejidad del electorado chileno. El 17 de agosto de 2025, la encuesta Criteria situó a Jeannette Jara, candidata oficialista del Partido Comunista, como la favorita en la primera vuelta presidencial con un 31% de las preferencias. Sin embargo, esta ventaja no se tradujo en la segunda vuelta, donde tanto José Antonio Kast (Partido Republicano) como Evelyn Matthei (Chile Vamos) la superaron en intención de voto, con un 47% y 42% respectivamente en escenarios hipotéticos. Este fenómeno ha generado un debate intenso sobre la dinámica política y social que atraviesa Chile.
Jara logró consolidar un liderazgo que parecía consolidar la izquierda oficialista, alcanzando un 31% de las preferencias, seguida de cerca por Kast con un 29% y Matthei con un 16%. Este resultado fue interpretado por sectores progresistas como un avance significativo, mientras que la derecha lo vio como una señal de alerta.
Desde la mirada regional, en el norte y sur del país, la adhesión a Jara se concentró en áreas urbanas y sectores populares, mientras que Kast mantuvo su base en zonas rurales y comunas conservadoras. Matthei, en tanto, se mantuvo estable pero sin crecimiento significativo.
En un escenario de segunda vuelta entre Jara y Kast, el republicano superó a la oficialista con un 47% contra un 35%, y frente a Matthei, la candidata de Chile Vamos se impuso con un 42% frente a un 33% de Jara. Este cambio radical ha sido explicado por analistas como un efecto de la polarización y la consolidación del voto útil para evitar la llegada de la izquierda comunista al poder.
"El electorado se moviliza más por rechazo que por adhesión, y en la segunda vuelta se activan alianzas tácticas que en la primera no se manifiestan", explicó el politólogo Andrés Rojas en una entrevista con Radio Cooperativa.
Sectores sociales que apoyaron a Jara en la primera vuelta expresaron frustración y sensación de derrota tras los resultados de la segunda. "Sentimos que el sistema nos juega en contra, que la derecha se une para frenar cualquier cambio real", comentó una dirigente social de La Pintana.
Por otro lado, simpatizantes de Kast y Matthei resaltaron la segunda vuelta como una oportunidad para evitar un giro radical en las políticas públicas. "Es un acto de responsabilidad ciudadana para mantener la estabilidad y el orden", afirmó un militante de la UDI en Concepción.
Esta dinámica electoral revela una fragmentación profunda del electorado chileno, donde la primera vuelta parece reflejar aspiraciones más genuinas y plurales, mientras que la segunda se convierte en un campo de batalla polarizado y estratégico.
El fenómeno invita a repensar las reglas del juego político y la forma en que los partidos y las candidaturas se posicionan frente a un electorado cada vez más volátil y segmentado.
Además, la persistencia de esta volatilidad pone en evidencia la necesidad de fortalecer los canales de diálogo y representación, para evitar que la política se reduzca a un juego de suma cero entre bloques irreconciliables.
En definitiva, el ciclo electoral de 2025 no solo expone las tensiones actuales, sino que también abre interrogantes sobre el futuro del sistema democrático chileno y sus mecanismos de participación.
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Fuentes: Encuesta Criteria, análisis de politólogos Andrés Rojas y testimonios ciudadanos recopilados por Cooperativa.cl
2025-11-11