
Un escenario de tensiones y contradicciones ha marcado el inicio de la campaña presidencial chilena de 2025, donde los errores discursivos y las interpretaciones literales de las palabras de los candidatos han alimentado una polarización que parece no tener fin.Desde agosto, cuando Jeannette Jara, candidata del pacto de izquierda, afirmó que sus adversarios estaban siendo "demasiado literales" al evaluar sus declaraciones, se desató un debate que ha trascendido la simple disputa electoral. Jara, quien ha oscilado entre posiciones comunistas y socialdemócratas, ha sido criticada por aparentes contradicciones en su programa, como su postura ambivalente respecto a la nacionalización del cobre y los retiros de fondos previsionales.“Somos demasiado básicos y lineales para captar los matices o la complejidad que encierran este tipo de definiciones”, argumentó en su defensa.
Por otro lado, José Antonio Kast, candidato de derecha, encendió la polémica con declaraciones que relativizaban la relevancia del Parlamento, sugiriendo que la voluntad ejecutiva podría superar obstáculos legales. Sus palabras fueron interpretadas por sus detractores como una señal de autoritarismo latente y un desprecio por la Constitución, lo que generó una ola de críticas y desconfianza.“Confiar en la buena fe de las interpretaciones es ingenuo en estos tiempos”, reflexionó un analista político, evidenciando la tensión entre literalidad y lectura política.
Estas posturas revelan dos caras de una misma moneda: el desgaste del discurso político y la dificultad para construir una narrativa común. En un contexto donde la literalidad es el último muro de contención, la campaña se ha convertido en un terreno fértil para alimentar el miedo y la desconfianza, más que para promover ideas y convergencias.
Desde una mirada regional, las reacciones varían. En el norte, donde la minería y la economía local son sensibles a las propuestas sobre nacionalización, la ambigüedad de Jara genera incertidumbre entre trabajadores y empresarios.“No sabemos qué esperar realmente de su programa”, señala un dirigente sindical. En el sur, la crítica hacia Kast se intensifica por su discurso percibido como autoritario, que revive temores históricos sobre la concentración del poder.
En la sociedad civil, la polarización ha profundizado la fragmentación, dificultando el diálogo y la participación informada. Educadores y académicos advierten que este clima dificulta la formación de un pensamiento crítico y la construcción de consensos necesarios para el país.
¿Qué verdades se pueden extraer de esta campaña? Primero, que la literalidad en la interpretación de los discursos políticos se ha convertido en un arma de doble filo: mientras expone contradicciones, también limita la posibilidad de matices y complejidades que la realidad exige. Segundo, que la polarización no solo es un fenómeno electoral, sino un síntoma del deterioro del espacio público y la confianza ciudadana. Finalmente, que sin un esfuerzo consciente por parte de los candidatos y la sociedad para superar estas barreras, el ciclo de desconfianza y fragmentación continuará, con consecuencias profundas para la democracia chilena.
Este proceso electoral, lejos de ser solo una competencia por el poder, es un espejo que refleja las tensiones y desafíos de una sociedad que busca, pero aún no encuentra, un lenguaje político capaz de integrar diversidad y complejidad sin caer en la simplificación o la descalificación mutua.
---
Fuentes: análisis de declaraciones públicas de Jeannette Jara y José Antonio Kast, seguimiento de medios nacionales y entrevistas a expertos en ciencias políticas y líderes sociales, agosto-noviembre 2025.