
El escenario global y local se ha tensado en las últimas semanas, con Wall Street y el mercado chileno atrapados en una danza entre la expectativa por los resultados de Nvidia y el creciente temor a una burbuja en el sector de inteligencia artificial (IA).
Desde mediados de noviembre, los futuros de Wall Street han oscilado entre pérdidas y leves recuperaciones, mientras los inversionistas aguardan el reporte trimestral de Nvidia, programado para el 19 de noviembre de 2025. Este gigante tecnológico ha sido el epicentro del rally bursátil impulsado por la IA, pero también el foco de inquietudes sobre la sostenibilidad de sus valoraciones.
La semana previa a la publicación de resultados, Wall Street extendió las caídas, con el Nasdaq liderando las pérdidas, en medio de una ola de aversión al riesgo que golpeó especialmente a las acciones tecnológicas y las criptomonedas. El bitcoin, por ejemplo, perdió más de 1,4%, situándose en torno a los US$91.000, mientras que el mercado de criptomonedas en su conjunto habría sufrido una pérdida cercana a US$1,2 billones en seis semanas, según estimaciones del Financial Times.
Según un análisis de Bank of America, “por primera vez en 20 años, los inversionistas creen que las empresas están sobreinvirtiendo”, con un foco particular en las grandes compañías de IA. Esta percepción se agrava por las masivas emisiones de deuda de las tecnológicas para financiar inversiones en IA, que suman cerca de US$200.000 millones en 2025, incluyendo bonos por US$15.000 millones emitidos por Amazon.
Además, el mercado observa con atención la creciente complejidad del ecosistema de IA, donde alianzas e inversiones cruzadas entre gigantes como Nvidia, Microsoft y OpenAI generan preocupaciones sobre una posible “circularidad” que podría amplificar riesgos sistémicos.
En Chile, el mercado reaccionó con optimismo inicial tras las elecciones presidenciales del 16 de noviembre, con expectativas de reactivación económica y un posible cambio de gobierno que favorezca la inversión. El IPSA mostró movimientos positivos, aunque se vio contagiado por la volatilidad internacional y cerró con correcciones en jornadas posteriores.
Sebastián Ramírez, gerente de Renta Variable de LarrainVial, señaló que el escenario electoral “se inscribe dentro de los más positivos que esperaba el mercado”, pero advirtió que “la volatilidad del electorado y la falta de mayoría clara en el Congreso generan incertidumbre”.
Por su parte, operadores locales destacan que la toma de utilidades y la espera de mayor claridad política están influyendo en la cautela de inversionistas.
El análisis del fenómeno muestra una pluralidad de perspectivas:
- Desde el mundo financiero global, la preocupación gira en torno a la sostenibilidad del boom tecnológico y la posibilidad de una corrección abrupta si Nvidia no cumple con las altas expectativas.
- En la política chilena, algunos sectores ven en la reactivación económica una oportunidad para estabilizar el mercado y atraer inversión, mientras otros advierten sobre riesgos derivados de la polarización y la incertidumbre legislativa.
- Los actores sociales y académicos llaman a no perder de vista el impacto real en la ciudadanía, especialmente en un contexto donde la desigualdad y la precariedad laboral siguen siendo desafíos centrales.
Tras analizar la evolución reciente y las distintas voces, se pueden constatar algunas verdades:
- El mercado global está en un punto de inflexión, donde la inteligencia artificial es motor de crecimiento y riesgo simultáneamente.
- La volatilidad no es solo producto de la coyuntura, sino también reflejo de cambios estructurales en la economía y las finanzas globales.
- En Chile, la relación entre política y economía sigue siendo determinante para la confianza inversionista, pero no es el único factor; el contexto internacional pesa con fuerza.
- La narrativa del mercado debe incorporar la complejidad social y las expectativas ciudadanas para evitar la fragmentación y la ansiedad informativa.
En definitiva, el pulso entre optimismo y riesgo en Wall Street y Chile no solo define el rumbo de las inversiones, sino que también revela las tensiones profundas que atraviesan la economía global y local en este momento de cambio acelerado.