
Corea del Norte reafirmó con contundencia su negativa a retirar los altavoces instalados en la zona fronteriza con Corea del Sur, un gesto que se había interpretado en Seúl como un paso hacia la desescalada y la mejora de las relaciones bilaterales. El 14 de agosto de 2025, Kim Yo Jong, hermana del líder norcoreano Kim Jong Un, declaró públicamente que “nunca hemos retirado los altavoces instalados en la zona fronteriza y no estamos dispuestos a hacerlo”, desmintiendo así las afirmaciones surcoreanas que apuntaban a una medida recíproca.
Este episodio no es un hecho aislado, sino la manifestación más reciente de un choque de percepciones y estrategias que ha marcado la evolución de las relaciones intercoreanas en los últimos meses. Desde la llegada de Lee Jae Myung a la presidencia surcoreana en junio de 2025, Seúl ha intentado implementar políticas de apaciguamiento, suspendiendo las transmisiones y restringiendo la distribución de panfletos contra Pyongyang, buscando crear un ambiente propicio para el diálogo. Sin embargo, Kim Yo Jong calificó estas acciones como un intento de “obtener una respuesta favorable y ser elogiado por su ‘buena acción’”, descartando cualquier buena voluntad real.
Las voces en Corea del Sur se dividen ante esta negativa. Desde el oficialismo, algunos sectores defienden que el gesto unilateral de suspender las transmisiones fue un paso necesario para abrir canales de comunicación y reducir la tensión, confiando en que la paciencia y la diplomacia eventualmente darán frutos. Por otro lado, voces críticas dentro del país advierten que tales medidas podrían ser interpretadas como debilidad, y que Pyongyang aprovecha la situación para mantener su postura intransigente sin comprometerse a cambios concretos.
En Pyongyang, la narrativa oficial insiste en que Seúl busca manipular la opinión pública con su versión de los hechos, y rechaza cualquier acusación de que las relaciones estén mejorando. “El presidente (surcoreano) afirmó que, tras retirar los altavoces que daban a la RPDC, nosotros también parecíamos retirar algunos, con la esperanza de que estas medidas contribuyeran a mejorar las relaciones intercoreanas”, dijo Kim Yo Jong, calificando esta suposición de “unilateral infundada y una pista falsa”.
Este impasse tiene raíces profundas. La Guerra de Corea (1950-1953) terminó con un armisticio, no con un tratado de paz, dejando a ambos países técnicamente en guerra. Desde entonces, la frontera ha sido escenario de episodios de tensión, provocaciones y negociaciones fallidas. Los altavoces fronterizos, que transmiten propaganda y mensajes políticos, simbolizan este conflicto congelado y la persistente desconfianza mutua.
La comunidad internacional observa con cautela. Analistas en Asia y Occidente coinciden en que, sin un cambio sustancial en las posiciones y sin una agenda clara de diálogo, las medidas de apaciguamiento surcoreanas corren el riesgo de ser interpretadas como gestos unilaterales que no generan reciprocidad. El profesor Sung Min-joo, experto en relaciones intercoreanas, señala que “la clave está en la voluntad política real y en la construcción de confianza, que hoy parecen ausentes”.
Para los ciudadanos en ambas Coreas, este estancamiento significa la perpetuación de un conflicto que condiciona sus vidas: la militarización de la frontera, la amenaza latente de confrontaciones y la falta de perspectivas claras de reunificación o paz duradera. Mientras tanto, la retórica oficial sigue marcada por la desconfianza y la rigidez, con pocas señales de que el ciclo pueda romperse pronto.
En conclusión, la negativa de Corea del Norte a retirar los altavoces fronterizos no es solo un detalle técnico, sino un síntoma palpable de la profunda fractura que persiste en las relaciones intercoreanas. La desconfianza mutua, las agendas políticas divergentes y la historia no resuelta mantienen el conflicto congelado, dejando en evidencia que los gestos simbólicos, por sí solos, no bastan para avanzar hacia una reconciliación real. La tragedia continua, con sus protagonistas atrapados en un duelo de voluntades que el tiempo no ha logrado sanar.