
Una tragedia anunciada en la vastedad de Torres del Paine. El 11 de noviembre de 2025, cinco turistas extranjeros —dos mexicanos, dos alemanes y una británica— perdieron la vida en el Parque Nacional Torres del Paine, mientras recorrían el Circuito O, el sendero más largo y exigente del parque. El fatal desenlace ocurrió en el tramo del Paso John Gardner, donde una tormenta repentina con vientos que superaron los 190 km/h y una intensa nevada atraparon al grupo, imposibilitando su avance y rescate inmediato.
Este circuito, también conocido como "la vuelta completa", implica caminar más de 100 kilómetros en un terreno irregular, con una duración estimada de 8 a 10 días. El ascenso al Paso John Gardner, a 1.241 metros sobre el nivel del mar, es uno de los tramos más complejos y expuestos a cambios climáticos abruptos. La escasa conectividad, la lejanía de los campamentos y la exposición constante a fuertes vientos y bajas temperaturas hacen de esta ruta un desafío reservado para excursionistas con experiencia, preparación física y técnica.
Desde el Gobierno, el presidente Gabriel Boric expresó sus condolencias y destacó la labor de los equipos de emergencia, incluyendo Carabineros, Ejército, Socorro Andino y Conaf, quienes enfrentaron condiciones extremas para buscar y rescatar a los afectados. Sin embargo, esta tragedia ha reactivado un debate en la opinión pública y entre expertos sobre la seguridad en el parque y la regulación del turismo de aventura.
Por un lado, organizaciones ambientalistas y expertos en montaña advierten que el Circuito O no es apto para turistas sin experiencia y que la presión turística creciente puede poner en riesgo tanto a los visitantes como al ecosistema. “No basta con abrir las puertas si no se garantiza que los visitantes estén preparados para lo que enfrentarán”, señalan.
Desde el sector turístico, algunos operadores defienden la promoción del parque y destacan que las condiciones climáticas son impredecibles en la Patagonia, y que la responsabilidad recae en los excursionistas para informarse y prepararse adecuadamente. Otros piden una mayor fiscalización y protocolos más estrictos para evitar que personas sin la preparación necesaria se aventuren en rutas tan complejas.
La Región de Magallanes, que vive del turismo, ha visto históricamente un aumento en visitantes internacionales atraídos por la naturaleza y la aventura. La tragedia ha generado conmoción local y nacional, y ha puesto en evidencia la fragilidad del sistema de emergencia en zonas remotas. Además, ha abierto una brecha entre quienes priorizan la promoción turística y quienes exigen mayor cuidado y regulación para evitar futuros incidentes.
Esta tragedia revela varias verdades incómodas: el Circuito O es una ruta que no perdona errores ni improvisaciones; el clima patagónico puede ser letal y cambia sin aviso; y la creciente demanda turística requiere una respuesta coordinada y rigurosa para proteger vidas y naturaleza.
Las cinco víctimas —Cristina Calvillo Tobar (37) y Julián García Pimentel (36) de México; Nadine Lichey (45) y Andreas Von Pein (52) de Alemania; y Victoria Bond (30) del Reino Unido— dejaron tras de sí una historia trágica que debe impulsar reformas en protocolos, educación al turista y gestión de riesgos.
El desafío ahora es aprender de esta desgracia para que no se repita: fortalecer la preparación previa, mejorar la información y monitoreo meteorológico, aumentar la capacidad de respuesta en terreno y, sobre todo, respetar los límites que impone la naturaleza. En este coliseo de la montaña y el viento, la tragedia nos recuerda que la aventura no es un juego, y que la vida humana está en constante tensión con la fuerza indómita del paisaje.
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Fuentes: La Tercera, Cambio21, declaraciones oficiales del Gobierno de Chile, informes de La Ruta de Los Parques, testimonios de expertos en montaña y organizaciones ambientales.