
Durante la madrugada del 19 de noviembre, un nuevo operativo policial y municipal logró retirar alrededor de 80 toldos azules instalados irregularmente en la calle Sazié con Exposición, corazón del tradicional barrio Meiggs. La acción contó con la participación de cerca de 85 funcionarios de Carabineros, apoyados por drones municipales, y se desarrolló en medio de barricadas levantadas por un grupo de vendedores ambulantes que buscaban impedir el despeje.
El alcalde de Santiago, Mario Desbordes, quien ha encabezado la ofensiva contra el comercio informal en la comuna, reafirmó su compromiso: "Vamos a erradicar los toldos azules durante todos estos años de mi gestión. Quien quiera trabajar debe formalizarse: arrendar un local, pagar impuestos y competir de manera justa. Lo ilegal en la calle no lo vamos a autorizar a nadie". Esta declaración no solo resume la postura municipal, sino que también marca el tono de un conflicto que ha escalado en los últimos meses.
Desde la perspectiva de las autoridades, el operativo forma parte de un plan mayor para recuperar el control y orden en Meiggs, con un despliegue que en etapas anteriores ha involucrado hasta 140 carabineros y un control de acceso estricto en calles clave. Según Desbordes, el objetivo es extender el modelo de control para evitar la reinstalación de toldos y asegurar que solo operen comerciantes con patentes vigentes.
Sin embargo, esta visión choca con la realidad y demandas de los vendedores ambulantes, quienes conforman un complejo entramado social y económico en el sector. En declaraciones previas, el alcalde reveló que el llamado "sindicato" de toldos azules ha solicitado reunirse con la municipalidad para plantear su deseo de regularización: "Queremos empezar a arrendar porque sabemos que nos va a sacar de la calle". Este reconocimiento expone la tensión entre la necesidad de formalización y la persistencia de la informalidad como modo de subsistencia.
La resistencia durante el operativo, que incluyó barricadas y la retirada forzada de toldos, evidencia la disputa en terreno. Algunos comerciantes prefirieron retirarse voluntariamente, mientras que otros enfrentaron el despeje con protestas que fueron controladas sin detenidos, según reportaron fuentes policiales.
Desde un enfoque social, este conflicto refleja la precariedad económica y la falta de alternativas laborales para un sector significativo de la población. La informalidad comercial en Meiggs no solo es un problema de orden público, sino también un síntoma de desigualdades estructurales y de la insuficiente oferta de vías para la inclusión económica formal.
Por otro lado, comerciantes establecidos y vecinos del barrio han manifestado su apoyo a las medidas municipales, argumentando que la recuperación del espacio público ha traído mejoras en seguridad y en la calidad del comercio.
En suma, los operativos recientes y las declaraciones oficiales muestran una política clara de erradicación del comercio informal en la calle, con un énfasis firme en la formalización como única vía de coexistencia. No obstante, las voces de los vendedores ambulantes y las condiciones que los mantienen en la informalidad plantean un desafío complejo que va más allá del control policial.
Las consecuencias visibles hasta ahora son la reducción temporal de toldos azules y una mayor presencia policial, pero la pregunta que queda abierta es si este modelo podrá sostenerse en el tiempo sin políticas integrales que atiendan las causas profundas de la informalidad.
Este capítulo en Meiggs es, en definitiva, un enfrentamiento entre dos visiones: una que apuesta por la formalidad y el orden como base para el desarrollo urbano y comercial, y otra que refleja la realidad de miles que buscan sobrevivir en la economía popular. La resolución de esta tensión determinará el futuro de un barrio emblemático y la forma en que la ciudad aborda sus conflictos sociales más arraigados.
Fuentes: La Tercera, Cooperativa.cl, Canal 13, La Cuarta, declaraciones municipales y policiales.