China y Estados Unidos en el Mar de China Meridional: Un Pulso que Revela Más que un Incidente Naval

China y Estados Unidos en el Mar de China Meridional: Un Pulso que Revela Más que un Incidente Naval
Internacional
Asia
2025-11-19
Fuentes
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- Tensión geopolítica prolongada entre potencias en aguas disputadas.

- Narrativas contrapuestas sobre soberanía y legalidad internacional.

- Consecuencias estratégicas para la estabilidad regional y global.

Un enfrentamiento naval en el Mar de China Meridional ocurrido en agosto de 2025 ha dejado una marca duradera en las relaciones entre China y Estados Unidos, y ha expuesto las complejidades que subyacen en uno de los escenarios geopolíticos más volátiles del mundo.

El 11 de agosto, un destructor estadounidense navegó cerca del atolón de Scarborough, una zona reclamada tanto por China como por Filipinas, lo que provocó una respuesta inmediata de las fuerzas chinas. Según el portavoz del Mando Sur del Ejército Popular de Liberación, He Tiecheng, las fuerzas chinas “expulsaron” al buque tras advertencias reiteradas, calificando la presencia estadounidense de “incursión ilegal” que “incumplió el Derecho Internacional y las normas básicas que rigen las relaciones internacionales”.

Por su parte, Washington sostuvo que sus operaciones en aguas internacionales son legítimas y necesarias para preservar la libertad de navegación, y que no reconocen las reclamaciones territoriales excesivas de Beijing. “Estamos comprometidos con el respeto al derecho internacional y la estabilidad regional”, aseguró un portavoz del Pentágono semanas después.

Este choque naval no es un hecho aislado, sino la culminación visible de un largo pulso estratégico que enfrenta a una China en ascenso y a un Estados Unidos decidido a mantener su influencia en Asia-Pacífico.

Perspectivas encontradas

Desde la óptica china, la defensa del atolón de Scarborough y áreas circundantes es una cuestión de soberanía nacional y seguridad estratégica. Beijing ha reforzado su presencia militar y administrativa en la región desde hace años, argumentando que la presencia estadounidense representa una amenaza directa.

Filipinas, otro actor clave, se encuentra en una posición delicada. Aunque mantiene una alianza histórica con Estados Unidos, también busca evitar un enfrentamiento directo con China, su vecino y principal socio comercial. Manila denunció incidentes previos en la zona, incluyendo choques entre buques chinos y filipinos, lo que tensiona aún más la dinámica.

Desde la mirada estadounidense, la libertad de navegación es un principio fundamental que sostiene el orden marítimo global. Las operaciones cerca de zonas en disputa buscan desafiar lo que perciben como reclamaciones ilegales y evitar que un solo país monopolice rutas estratégicas.

Consecuencias tangibles y lecciones aprendidas

A tres meses del incidente, la región no ha experimentado una escalada militar directa, pero la tensión persiste y se ha traducido en un aumento de patrullajes y ejercicios militares por ambas partes. La comunidad internacional observa con atención, consciente de que un error de cálculo podría desencadenar un conflicto mayor.

Este episodio también ha puesto en evidencia las limitaciones del Derecho Internacional para resolver disputas territoriales en zonas donde las reclamaciones se superponen y los intereses estratégicos son intensos. Además, ha reactivado debates en foros multilaterales sobre la necesidad de mecanismos efectivos de diálogo y resolución pacífica.

Reflexión final

Este pulso naval es más que un choque de buques: es un choque de visiones sobre el orden global, la soberanía y el poder. Las voces en Beijing, Washington y Manila no solo defienden posiciones políticas, sino que representan a sociedades con memorias históricas, expectativas y temores profundamente arraigados.

Como señaló un analista regional, “la verdadera batalla no es en el mar, sino en la narrativa que cada país construye para justificar sus acciones y movilizar apoyo interno y externo”.

En definitiva, el incidente en el Mar de China Meridional confirma que, en este coliseo geopolítico, los protagonistas juegan una tragedia cuyos espectadores globales deben entender con profundidad, más allá de la superficie inmediata, para anticipar sus posibles desenlaces y evitar que la historia se repita con consecuencias más graves.