
El lunes 17 de noviembre de 2025, el Parque Nacional Torres del Paine vivió una de sus peores tragedias recientes. Cinco turistas extranjeros fallecieron en el Paso John Garner, uno de los tramos más complejos del circuito “O”, tras ser sorprendidos por vientos huracanados que alcanzaron los 193 km/h y una abrupta caída de la visibilidad. Esta catástrofe ha puesto en evidencia no solo la dureza de la naturaleza patagónica, sino también las grietas profundas en la administración y gestión del parque, que han sido objeto de reproches desde distintos sectores.
Sara Adema Yusta, gerenta de la Asociación de Hoteles y Servicios Turísticos Torres del Paine (HYST), ha sido una de las voces más críticas. 'Esta tragedia refleja un Estado ausente y el fracaso de la administración de áreas silvestres', señaló en entrevista con medios nacionales. Para ella, la falta de recursos humanos y financieros en Conaf es estructural: 'Llevamos más de 30 años conviviendo con esta carencia. El parque financia el 60% de las áreas protegidas del país, pero no hay retorno a la región ni inversión adecuada.'
Este diagnóstico coincide con la constatación de que, al momento de la emergencia, no había guardaparques en varios sectores críticos del circuito “O” debido a un cambio de turno vinculado a las elecciones nacionales, situación confirmada por el delegado presidencial regional, José Antonio Ruiz. Aunque personal de la empresa concesionaria estaba presente en los campamentos, la ausencia en los puntos de mayor riesgo dejó a los turistas sin la supervisión necesaria para tomar decisiones seguras.
El perfil de las víctimas y sobrevivientes humaniza la tragedia. Entre los fallecidos están Cristina Calvillo Tovar y Julián García Pimentel, médicos mexicanos radicados en Aguascalientes; Victoria Bond, británica, y dos ciudadanos alemanes con carrera profesional destacada. Un grupo de cuatro sobrevivientes, entre ellos amigos de Bond, permanece atrapado entre los campamentos Los Perros y Dickson, denunciando falta de apoyo y condiciones críticas: 'Estamos traumatizados, con frío, equipo mojado y sin comida. Vértice y Conaf han sido deliberadamente obstructivos para nuestra evacuación.'
Por su parte, Conaf y las autoridades han justificado las dificultades en la evacuación por las condiciones meteorológicas extremas y la geografía agreste. El delegado Ruiz explicó que las maniobras de rescate se han debido realizar en ventanas muy acotadas de buen clima, complicando la llegada de ayuda por tierra y aire.
Sin embargo, la demora en la llegada de Carabineros y la Policía de Investigaciones (PDI) ha sido cuestionada por los sobrevivientes y familiares, quienes apuntan a una falta de coordinación y recursos para enfrentar emergencias de esta magnitud en zonas remotas.
La tragedia en Torres del Paine desnuda una tensión entre la creciente demanda turística y la capacidad institucional para garantizar seguridad y manejo responsable. El parque, reconocido mundialmente, atrae a cientos de miles de visitantes anuales, muchos de ellos en busca de aventura y riesgo controlado.
'Los circuitos tienen un riesgo y a eso viene el turista', reconocen desde el gremio turístico, aunque subrayan que la responsabilidad de cerrar senderos en condiciones extremas recae en Conaf, cuya normativa y estructura son consideradas obsoletas, con reglamentos de fines del siglo XIX que dificultan la modernización y el aporte privado para mejoras.
En este contexto, la tragedia obliga a repensar la administración de áreas silvestres protegidas en Chile, la necesidad de recursos adecuados, protocolos actualizados y una coordinación efectiva entre actores públicos y privados.
Cinco personas perdieron la vida en un entorno que combina belleza natural con peligros inherentes. La ausencia de guardaparques en puntos críticos y la insuficiencia de recursos para la gestión y rescate son hechos irrefutables. Las voces de los sobrevivientes, el gremio turístico y las autoridades revelan una compleja trama de responsabilidades y falencias.
Esta tragedia no solo es un golpe para la región de Magallanes y sus visitantes, sino un llamado urgente a revisar y fortalecer la institucionalidad que debe proteger tanto a las personas como al patrimonio natural. La Patagonia, con sus vientos y tormentas, seguirá siendo un desafío para la seguridad y la gestión pública, pero la respuesta estatal y comunitaria debe estar a la altura para evitar que esta historia se repita.
Fuentes: Cooperativa.cl, La Tercera, declaraciones de Sara Adema (HYST), autoridades regionales y testimonios de sobrevivientes.