
Chile está en medio de un debate que no solo definirá el futuro tecnológico del país, sino también sus límites éticos, sociales y legales. Desde la presentación y fusión de los proyectos de ley N° 15.869-19 y 16.821-19, en noviembre de 2025, el Congreso chileno enfrenta la compleja tarea de regular la inteligencia artificial (IA) y tecnologías relacionadas.
El corazón del conflicto no es menor: cómo balancear la innovación con la protección de derechos fundamentales en un mundo donde la IA ya no es una curiosidad de laboratorio, sino una fuerza que transforma industrias creativas, medios, mercados y la privacidad de las personas.
El marco legal propuesto adopta un enfoque basado en el análisis de riesgos, alejándose de una regulación permisiva ex ante que podría abrir la puerta a abusos, pero también evitando caer en una sobrerregulación que asfixie la innovación, como ha ocurrido en otras regiones. 'La experiencia europea muestra que un exceso de cautela puede inhibir el progreso tecnológico', advierten expertos vinculados al debate.
En el escenario político, las posturas se dividen claramente. Por un lado, sectores progresistas y organizaciones de derechos humanos insisten en que la regulación debe garantizar transparencia algorítmica, protección de datos y la intervención humana en decisiones sensibles. Denuncian que sin reglas claras, la IA podría profundizar desigualdades y vulnerar derechos.
En la vereda opuesta, grupos empresariales y algunos parlamentarios alertan sobre los riesgos de una legislación demasiado rígida que podría relegar a Chile en la carrera tecnológica global. 'Necesitamos un marco que impulse la innovación y no la detenga', sostienen, preocupados por la competitividad y el empleo en sectores emergentes.
Más allá del Congreso, la ciudadanía enfrenta un panorama difuso. La complejidad técnica de la IA y la velocidad de su avance generan desconfianza y ansiedad. Expertos en comunicación y educación digital coinciden en que una regulación efectiva debe ir acompañada de campañas de alfabetización tecnológica para que las personas comprendan sus derechos y riesgos.
El debate legal enfrenta interrogantes cruciales: ¿Quién es el autor de una obra generada por IA? ¿Cómo se regula el uso de datos protegidos para entrenar modelos? ¿Qué ocurre cuando las máquinas compiten con creadores humanos sin pagar licencias ni asumir responsabilidades? Estas dudas no son solo técnicas, sino que implican redefinir conceptos jurídicos y sociales.
A cinco días de la discusión parlamentaria más intensa, queda claro que Chile se juega mucho más que una ley tecnológica. Este proceso es una prueba de madurez democrática y de capacidad para enfrentar los desafíos del siglo XXI con una mirada integral y plural.
La regulación de la IA en Chile no es solo un acto legislativo, sino un espejo que refleja las tensiones entre progreso y justicia, entre innovación y derechos, entre el futuro y la identidad nacional.
El resultado de este debate definirá no solo qué tecnologías se adoptan, sino qué tipo de sociedad queremos ser.
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Fuentes consultadas: análisis y reportes de La Tercera (14/11/2025), entrevistas a expertos en derecho tecnológico, organizaciones de derechos digitales y representantes del sector privado.