
El aguinaldo de Fiestas Patrias, esa tradición que acompaña cada septiembre en Chile, vuelve a ser tema de debate y análisis más allá de su simple entrega. Según un estudio de Defontana publicado en septiembre de 2025, casi el 70% de los trabajadores en el país recibirán este beneficio, aunque con diferencias notorias entre sectores.
Para el sector público, la entrega está regulada por ley y contempla dos montos diferenciados: $88.667 para quienes ganan hasta $1.025.622 líquidos y $61.552 para quienes superan ese umbral. En contraste, el sector privado no está obligado a entregarlo, quedando a la discreción de contratos o convenios colectivos. Esta disparidad ha generado distintas percepciones sobre la equidad y el rol del aguinaldo en la relación laboral.
Macarena Molina, product manager de Gestión de Personas en Defontana, señala que "el aguinaldo no solo mueve la economía, también es un gesto de reconocimiento que refuerza el sentido de pertenencia y el compromiso de los colaboradores". Esta visión es compartida por parte de las empresas, donde un 70% afirma entregar el aguinaldo más por tradición que por desempeño o situación económica, consolidando este beneficio como un elemento cultural en el mundo laboral chileno.
Desde la perspectiva de los trabajadores, la encuesta de Defontana revela que el 57% destinará el aguinaldo a las celebraciones y compras propias de las Fiestas Patrias, mientras que un 22% lo usará para pagar deudas y un 16% para ahorro o inversión. Este dato evidencia que, para muchos, el aguinaldo representa un alivio económico en un contexto inflacionario y de creciente costo de vida.
Sin embargo, la entrega del aguinaldo no está exenta de críticas. Algunos sectores sindicales y académicos cuestionan que la modalidad y montos actuales no se ajusten a la realidad económica de las familias más vulnerables ni a la inflación acumulada, lo que limita su impacto real. Además, la ausencia de obligatoriedad en el sector privado genera incertidumbre y desigualdad, especialmente en empresas pequeñas o informales.
Regionalmente, el aguinaldo tiene un efecto dinámico en el comercio local, especialmente en zonas donde las festividades patrias movilizan gran parte de la economía informal y el turismo interno. Expertos en economía regional destacan que este beneficio, aunque modesto, contribuye a sostener microemprendimientos y ferias tradicionales durante septiembre.
Por otro lado, voces críticas desde organizaciones sociales advierten que el aguinaldo, al ser un pago único y de bajo monto, no sustituye políticas públicas más amplias para la reducción de la pobreza y la mejora del ingreso familiar.
Finalmente, la entrega del aguinaldo en 2025 reafirma su carácter simbólico y funcional dentro del entramado laboral y social chileno. La ley establece fechas claras para el sector público: pagos entre el 16 y 17 de septiembre, justo antes de las celebraciones. Para el sector privado, la dispersión en la entrega refleja la diversidad del mercado laboral y la necesidad de un debate más profundo sobre su regulación.
Conclusiones:
- El aguinaldo sigue siendo un alivio económico para la mayoría, pero su alcance está limitado por montos y cobertura.
- La diferencia entre sector público y privado evidencia brechas estructurales en beneficios laborales.
- Su impacto va más allá del consumo inmediato, influyendo en la cultura laboral y la economía regional.
- Se requiere un debate público informado que considere tanto su valor simbólico como su función social y económica.
Este análisis invita a mirar el aguinaldo no solo como un pago puntual, sino como un reflejo de las tensiones y desafíos del mundo laboral chileno en un contexto de cambios sociales y económicos profundos.