
Un pulso entre la ley y el auge digital se ha desatado en Chile tras la orden de la Corte Suprema que exige a las principales empresas de telecomunicaciones bloquear el acceso a todas las plataformas de apuestas online que operan sin autorización legal en el país. El fallo, dictado a fines de septiembre y ejecutado desde el 19 de noviembre de 2025, impone un plazo de cinco días para la implementación de estas medidas. La decisión judicial apunta directamente a Claro, Entel, GTD, Telefónica, WOM y VTR, quienes deben informar al tribunal sobre los métodos utilizados y someterse a fiscalizaciones que aseguren la efectividad del bloqueo.
El origen del conflicto se encuentra en la ley vigente que reserva la operación legal de juegos de azar en línea exclusivamente a tres entidades: Polla Chilena de Beneficencia, Lotería de Concepción y Teletrak. El resto de las plataformas han sido declaradas ilegales por la justicia, debido a la ausencia de autorización y la falta de regulación en sus operaciones. Desde Polla Chilena han denunciado públicamente que este "circuito opaco mueve cientos de millones de dólares sin control efectivo" y ha provocado un aumento descontrolado del juego problemático, además de transferencias bancarias ilícitas y una preocupante infiltración en el deporte profesional.
Las voces en disputa exhiben un escenario complejo y polarizado. Por un lado, las autoridades y organismos reguladores defienden la medida como un paso necesario para proteger a la ciudadanía de los riesgos asociados al juego ilegal: la adicción, el fraude y la vulnerabilidad financiera. “Esta sentencia es un avance en la defensa del consumidor y la transparencia en un mercado que hasta ahora operaba en la sombra”, declaró un portavoz de la Polla Chilena.
En contraste, representantes de la industria digital y algunos sectores de usuarios plantean preocupaciones sobre la efectividad de la medida y sus posibles efectos colaterales. “El bloqueo puede ser fácilmente evadido con herramientas tecnológicas, y la prohibición podría empujar a los usuarios hacia plataformas aún más riesgosas y no reguladas”, advierten expertos en tecnología y derechos digitales.
Además, la medida ha generado inquietud en el ámbito económico: las plataformas ilegales, aunque cuestionadas, generan ingresos significativos y empleo indirecto, y su cierre abrupto podría tener consecuencias no anticipadas para ciertos segmentos del mercado digital.
Desde la perspectiva regional, el impacto también es desigual. En zonas con menor acceso a la oferta oficial, la proliferación de plataformas ilegales era mayor, y la medida judicial obliga a un reajuste rápido de las dinámicas locales de consumo de juegos de azar. Esto ha desatado debates sobre la necesidad de políticas públicas que acompañen la regulación con programas de educación y prevención del juego problemático.
Las consecuencias visibles y lecciones aprendidas apuntan a un Chile que intenta equilibrar la modernización digital con el imperio de la ley y la protección social. El fallo de la Corte Suprema marca un precedente en la regulación del juego online, estableciendo límites claros a la expansión indiscriminada de plataformas no autorizadas. Sin embargo, la experiencia reciente muestra que la lucha contra el juego ilegal no se resuelve solo con bloqueos tecnológicos, sino que requiere un enfoque integral que combine fiscalización, educación, apoyo a usuarios vulnerables y actualización constante de los marcos normativos.
En definitiva, este episodio revela las tensiones inherentes a la transformación digital en Chile y la urgencia de construir un sistema regulatorio robusto y adaptado a los desafíos del siglo XXI, donde la legalidad, la protección ciudadana y el desarrollo económico deben coexistir en un delicado equilibrio.