
Una orquesta en movimiento
Durante 2025, los pagos digitales en Chile crecieron un 18,4%, un salto que a primera vista podría interpretarse solo como un cambio tecnológico. Sin embargo, esta cifra es la punta del iceberg de una transformación más profunda: un ecosistema financiero que se está reinventando, con ganadores, perdedores y desafíos aún por resolver.
Las tarjetas de prepago, cuyo uso aumentó un 213% respecto al año anterior, han emergido como protagonistas inesperados. Más de 11,6 millones de plásticos circulan hoy en el país, facilitando el acceso a servicios digitales para quienes antes solo contaban con efectivo. Este fenómeno no es menor: representa un avance en inclusión financiera, derribando barreras históricas impuestas por el sistema bancario tradicional.
Voces encontradas en el gran escenario
Desde la mirada de los innovadores y reguladores, este crecimiento es una oportunidad para modernizar el sistema, ampliar la participación y adaptarse a un mundo digital. El Banco Central, principal fuente de datos, advierte sin embargo sobre riesgos emergentes y la necesidad de regulación que no quede rezagada frente a la velocidad del mercado.
Por otro lado, sectores críticos alertan sobre una transición que no es voluntaria para todos. El cierre de sucursales bancarias en zonas rurales y la imposición de nuevas normativas tributarias pueden empujar a ciertos grupos hacia la digitalización sin ofrecer alternativas claras para quienes quedan al margen. Aquí, la tecnología no es solo un avance, sino también un desafío social.
La cotidianidad detrás de la pantalla
Un estudio sobre el sistema CajaVecina de BancoEstado ilustra cómo la tecnología financiera se adapta en terreno. En un almacén de barrio, un terminal de punto de venta (POS) es mucho más que una máquina: es un vínculo de confianza entre la “tía” del local y sus vecinos. La flexibilidad en las reglas y la confianza interpersonal se convierten en elementos clave para la adopción real, más allá del diseño técnico.
Este relato revela que la digitalización no es un proceso lineal ni homogéneo, sino una construcción social donde las relaciones humanas juegan un rol fundamental.
El efectivo: un contrabajo que no desaparece
A pesar de la digitalización, el efectivo no ha muerto. Su uso para transacciones diarias disminuye, pero aumenta su demanda como reserva de valor en tiempos de incertidumbre. Además, conserva atributos únicos: anonimato total, independencia de electricidad o internet y ausencia de rastro digital. En un mundo hiperconectado, estas características son un refugio para muchos.
Conclusiones y desafíos futuros
La explosión de los pagos electrónicos en Chile no es solo un dato económico; es una sinfonía compleja donde convergen innovación, inclusión, exclusión y adaptación social. El sistema se reconfigura como una orquesta donde cada instrumento —tarjetas de débito, transferencias electrónicas, tarjetas de prepago y efectivo— cumple un papel insustituible.
Como señala el Banco Central, la tarea pendiente es que esta música suene bien para todos, sin dejar a nadie sin su partitura. Esto implica no solo avanzar en tecnología, sino también en políticas públicas sensibles a las realidades sociales diversas y en regulaciones que equilibren riesgos y oportunidades.
En definitiva, el crecimiento del 18,4% en pagos digitales es apenas el preludio de una transformación cultural que invita a repensar cómo nos relacionamos con el dinero, la confianza y la tecnología en Chile.