
Una sombra histórica vuelve a proyectarse sobre América Latina. Desde inicios de 2025, la administración estadounidense bajo Donald Trump ha reactivado una política que recuerda a la antigua Doctrina Monroe, pero con una intensidad y matices inéditos, que analistas ya denominan "Doctrina Donroe".
Este renovado enfoque combina el despliegue militar, sanciones económicas y una diplomacia agresiva para mantener la influencia estadounidense en su "patio trasero". El portaaviones USS Gerald R. Ford ha sido posicionado estratégicamente en el Caribe, mientras se reportan bombardeos a embarcaciones sospechosas de narcotráfico cerca de Venezuela.
Marco Rubio, secretario de Estado de ascendencia hispana, lo resumía así: "Este es nuestro hemisferio, y tenemos el derecho de operar aquí".
Para la Casa Blanca, la prioridad es clara: detener el flujo de drogas, frenar la inmigración irregular y contener lo que llaman una "izquierda lunática" que desafía sus intereses regionales. La imposición de aranceles punitivos al régimen de Nicaragua y el aislamiento económico de Cuba y Venezuela son parte de esta estrategia. En paralelo, países considerados aliados, como Guyana y Trinidad y Tobago, han recibido alivios arancelarios y apoyo financiero.
El exembajador John Feeley afirma que Trump interpreta el hemisferio como un territorio donde "hombres de negocios, políticos y mafias se reparten el control".
Gobiernos como el de Nicolás Maduro en Venezuela han recibido la ofensiva con dureza, calificando a Trump de agresor y denunciando una amenaza directa a su soberanía. La recompensa de 50 millones de dólares por la captura de Maduro y la amenaza de una invasión terrestre mantienen la tensión al rojo vivo.
Sin embargo, no toda la región se opone frontalmente. Algunos gobiernos, más pragmáticos o alineados ideológicamente, han buscado aprovechar la relación con Washington para obtener beneficios económicos y políticos.
Expertos como Christopher Hernandez-Roy y Juliana Rubio, del CSIS, advierten que esta "Doctrina Monroe 2.0" puede generar resultados a corto plazo, pero a costa de alejar a la región de Estados Unidos y fortalecer a sus rivales estratégicos, como China y Rusia.
Sebastián Contin Trillo-Figueroa, de la Universidad de Hong Kong, describe esta política como el "Corolario Trump": una expansión del poder estadounidense disfrazada de retirada, basada en la imposición unilateral y la ausencia de coaliciones.
La narrativa oficial sostiene que Estados Unidos actúa para proteger su seguridad y la estabilidad regional. Pero la realidad muestra un tablero más complejo, donde la "ayuda" viene acompañada de amenazas, y la cooperación se funde con la coerción.
El despliegue militar, las sanciones, y la diplomacia de presión reabren viejas heridas y cuestionan la soberanía de los países latinoamericanos.
Como en un coliseo romano, los actores principales —desde Washington hasta Caracas, pasando por los gobiernos periféricos y los analistas internacionales— se enfrentan en un duelo donde las consecuencias pueden definir el futuro político y social de la región en los próximos años.
- La "Doctrina Donroe" representa un retorno explícito a la política de influencia directa y hegemónica de Estados Unidos en América Latina, con un uso combinado de fuerza, economía y diplomacia coercitiva.
- Esta política ha generado divisiones claras: aliados premiados, adversarios castigados, y una región que se debate entre la dependencia, la resistencia y la búsqueda de nuevas alianzas globales.
- La estrategia estadounidense, aunque pretende proteger intereses nacionales, podría terminar fortaleciendo a potencias rivales y profundizando la inestabilidad regional.
Este episodio invita a mirar más allá del flujo inmediato de noticias y a comprender que las grandes jugadas geopolíticas se cocinan a fuego lento, con consecuencias que trascienden gobiernos y periodos electorales.
2025-11-08