
Un duelo que no solo se juega en las urnas, sino en las entrañas mismas de la derecha chilena. Desde agosto de 2025, las encuestas Plaza Pública Cadem han marcado una pauta clara: José Antonio Kast mantiene una ventaja significativa en las preferencias presidenciales, superando a su principal contendora, Jeannette Jara, del Partido Comunista. Este liderazgo no es casualidad, sino el resultado de una campaña que ha sabido capitalizar el descontento de un sector del electorado con la actual administración y las propuestas oficialistas.
Sin embargo, la historia no se reduce a un liderazgo incontestado. La reaparición de Evelyn Matthei en el tercer lugar, con un 16% según Cadem, ha reavivado las tensiones internas en Chile Vamos. "Si perdemos el Congreso va a ser por falta de unidad", admiten voces críticas dentro del conglomerado, evidenciando una fractura que podría costar cara en noviembre.
Desde la derecha más conservadora, se defiende a Kast como el candidato capaz de consolidar el voto duro y atraer a indecisos, gracias a su discurso firme en seguridad y economía. En contraste, la centro-derecha, representada por Matthei y sus seguidores, reclama un espacio para una opción más moderada, capaz de dialogar y evitar la polarización.
En el mundo oficialista, la candidatura de Jeannette Jara se presenta como un desafío que, aunque rezagado en las encuestas, mantiene un núcleo sólido de apoyo, especialmente en regiones y entre sectores populares. "No se trata solo de números, sino de construir un proyecto que conecte con las demandas sociales reales", señalan desde el PC.
El escenario electoral se ve además atravesado por dinámicas regionales. En el norte, la agenda minera y de seguridad influye en la preferencia por Kast, mientras que en el sur, las demandas ambientales y sociales fortalecen a Jara. Para Matthei, la dificultad radica en consolidar un electorado disperso que se siente atrapado entre dos polos cada vez más distantes.
Ciudadanos consultados expresan una mezcla de esperanza y frustración. Algunos valoran la claridad del discurso republicano, otros temen que la división en la derecha termine favoreciendo a la izquierda, mientras un grupo creciente demanda una renovación profunda que vaya más allá de las figuras tradicionales.
Las cifras de Cadem, aunque firmes, no garantizan resultados definitivos en una elección que se acerca con incertidumbre. La dispersión en la derecha puede ser su talón de Aquiles, mientras que la izquierda enfrenta el desafío de ampliar su base sin perder coherencia.
Lo cierto es que, más allá de los porcentajes, esta elección refleja una sociedad chilena en tensión, donde las identidades políticas se redefinen y las alianzas tradicionales se ponen a prueba. La unidad o fractura de Chile Vamos no solo decidirá el futuro inmediato de sus candidatos, sino el equilibrio político del país para los próximos años.
En este teatro electoral, los actores se enfrentan sin máscaras, y el público observa expectante, consciente de que cada movimiento puede redefinir el destino de Chile. La tragedia o el triunfo están a la vuelta de la esquina, y solo el tiempo, con su distancia, permitirá evaluar el verdadero impacto de esta contienda.