Crisis de confianza en partidos políticos chilenos: La oferta política en el espejo de la desilusión ciudadana

Crisis de confianza en partidos políticos chilenos: La oferta política en el espejo de la desilusión ciudadana
Actualidad
Política
2025-11-19
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- Desconfianza creciente en los partidos políticos como fenómeno persistente.

- Candidatos enfocados en atributos personales más que en proyectos colectivos.

- Fragmentación y cortoplacismo como síntomas de una oferta política debilitada.

Una confianza que se desvanece

Desde hace años, la confianza de la ciudadanía en los partidos políticos chilenos ha ido en declive. Lo que en algún momento fue un pilar fundamental para la representación democrática se ha transformado en un terreno resquebrajado por la desafección y el desencanto. La afiliación partidaria se desploma, salvo excepciones puntuales como la constitución de Convergencia Social, que habilitó la candidatura presidencial de Gabriel Boric, pero que no logra revertir la tendencia general.

Este fenómeno no es solo cuantitativo, sino también cualitativo: los partidos parecen perder capacidad para ofrecer proyectos ideológicos claros y horizontes colectivos que convoquen a la ciudadanía. En su lugar, emergen candidaturas que se sostienen en la proyección de atributos personales —fuerza, empatía, experiencia— más que en un ideario político definido.

El candidato como protagonista, el proyecto como espectador

“La oferta no está en escoger un proyecto de izquierda, derecha o centro, sino en el candidato más firme o más empático”, señala Claudia Sarmiento, profesora de Derecho Constitucional en la Universidad Alberto Hurtado. Esta lógica ha configurado una escena política donde el liderazgo carismático se convierte en el único camino para captar votos, dejando de lado la complejidad de las coaliciones y los acuerdos que sostienen un gobierno.

Este enfoque tiene consecuencias profundas: el mandato presidencial, que requiere de una estructura sólida y una coalición capaz de implementar reformas, queda reducido a la capacidad individual del líder. Cuando las expectativas no se cumplen, la frustración recae sobre esa figura, aumentando la distancia incluso dentro del oficialismo y debilitando la gobernabilidad.

Perspectivas encontradas: entre la crítica y la resignación

Desde sectores más tradicionales, se observa con preocupación que esta dinámica erosiona la política institucional y abre espacio a liderazgos populistas o fragmentados. Por otro lado, movimientos sociales y nuevas generaciones reclaman una renovación que no solo pase por rostros nuevos, sino por un compromiso real con causas sociales y ambientales.

En regiones, la desconexión entre la oferta política y las demandas locales se siente con fuerza. Voces ciudadanas expresan que la política sigue siendo un juego de élites, ajeno a las urgencias territoriales, lo que alimenta la abstención y el desencanto.

¿Qué verdades emergen?

Primero, que la política chilena enfrenta una crisis estructural que va más allá de sus figuras visibles. La debilidad de los partidos para articular proyectos colectivos claros y viables es un síntoma de un sistema que requiere reformas profundas.

Segundo, que el énfasis en atributos personales sobre propuestas concretas genera expectativas irreales y una gobernabilidad frágil. La ciudadanía, aunque crítica, sigue buscando referentes que encarnen un cambio tangible, pero ese cambio no puede depender exclusivamente de la voluntad individual de un líder.

Finalmente, la fragmentación y el cortoplacismo en la oferta política no solo dificultan la construcción de consensos, sino que alimentan un ciclo de desconfianza que amenaza la estabilidad democrática.

En definitiva, el desafío para Chile no es solo elegir líderes con carisma, sino reconstruir un sistema político capaz de ofrecer proyectos claros, coaliciones sólidas y un horizonte común que convoque a la diversidad social y regional del país.