Seis meses después del sismo en el noroeste de Turquía: la reconstrucción entre sombras y debates

Seis meses después del sismo en el noroeste de Turquía: la reconstrucción entre sombras y debates
Internacional
Conflictos
2025-11-19
Fuentes
www.latercera.com www.elinformadorchile.cl www.latercera.com cooperativa.cl www.biobiochile.cl www.latercera.com cooperativa.cl www.latercera.com cooperativa.cl www.latercera.com www.biobiochile.cl www.latercera.com www.chilevision.cl www.latercera.com

- Impacto humano y estructural marcado por el colapso de edificios y heridos.

- Respuesta estatal cuestionada por la lentitud y falta de recursos.

- Debate social y político sobre prevención y gestión de desastres en Turquía.

El 10 de agosto de 2025, un sismo de magnitud 6,1 sacudió la región de Mármara, en el noroeste de Turquía, con epicentro en el distrito de Sındırgı, provincia de Balikesir. El movimiento telúrico ocurrió a las 19:53 hora local y se sintió hasta en Estambul, generando alarma en una amplia zona. Entre las consecuencias inmediatas, se reportó el colapso de un edificio y varias personas heridas. Este evento, que parecía en principio contenido, abrió una compleja trama de desafíos en la reconstrucción y la gestión de riesgos que aún hoy, seis meses después, mantiene a la región en un estado de incertidumbre y debate.

Desde el primer momento, las autoridades turcas, encabezadas por el ministro del Interior Ali Yerlikaya, aseguraron que 'AFAD y todos los equipos pertinentes de nuestras instituciones iniciaron de inmediato estudios de campo'. Sin embargo, la realidad en terreno mostró una respuesta que muchos califican de insuficiente. La reconstrucción ha avanzado a paso lento y con recursos limitados, lo que ha generado críticas tanto de la sociedad civil como de expertos en gestión de desastres.

La población afectada, especialmente en Sındırgı, ha denunciado la precariedad de las viviendas temporales y la falta de apoyo efectivo. 'Nos prometieron ayuda rápida, pero seis meses después seguimos esperando soluciones dignas', relata una vecina que prefirió mantener su anonimato. Esta voz refleja un sentir generalizado que pone en cuestión la capacidad estatal para enfrentar emergencias de esta naturaleza.

En el plano político, el sismo reavivó un debate que trasciende la emergencia puntual. Sectores opositores al gobierno de Recep Tayyip Erdoğan han señalado que la gestión de riesgos en Turquía está marcada por una planificación insuficiente y falta de inversión en infraestructura resistente. Por su parte, el oficialismo defiende que 'se ha actuado conforme a los protocolos internacionales y con la mayor celeridad posible', destacando además la complejidad de coordinar esfuerzos en una región sísmica y densamente poblada.

Los expertos en sismología y urbanismo coinciden en que Turquía, situada en una de las zonas sísmicas más activas del mundo, enfrenta un desafío estructural para minimizar el impacto de futuros terremotos. 'Este sismo es un recordatorio doloroso de que la prevención y la preparación no pueden ser sacrificadas en aras de la política o la economía', advierte una académica de la Universidad Técnica de Estambul.

En resumen, el sismo del 10 de agosto dejó al descubierto no solo la vulnerabilidad física de la región, sino también las grietas en la gestión institucional y social de las emergencias. La reconstrucción, lejos de ser un proceso lineal, ha expuesto tensiones entre expectativas ciudadanas, capacidades estatales y debates políticos.

Las verdades que emergen con el tiempo son claras: la magnitud del desastre no solo se mide en grados Richter o edificios caídos, sino en la calidad de la respuesta y la resiliencia social que se construye después. Para Turquía, la lección es urgente y necesaria: sin un compromiso real con la prevención y la equidad en la recuperación, cada nuevo sismo puede ser una tragedia anunciada.