
Un gesto vale más que mil palabras. La candidata presidencial de Chile Vamos, Evelyn Matthei, dejó en claro el pasado viernes 14 de noviembre que la foto de unidad entre los candidatos de oposición, prevista para el domingo 17, no le merece mayor importancia. “Perdónenme, pero al 95% de los chilenos le importa un pito”, afirmó sin tapujos, desestimando así un acto que para muchos sectores era un símbolo necesario en un proceso electoral marcado por la fragmentación.
Este rechazo público no solo puso en evidencia las diferencias tácticas dentro de la oposición, sino que también abrió un espacio para analizar la distancia entre las élites políticas y la ciudadanía. Mientras que algunos actores políticos valoran los gestos de unidad como señales de madurez y estrategia, Matthei sostiene que para la mayoría de los ciudadanos lo esencial es “alguien que se haga cargo de sus dolores y problemas”, no las imágenes ni los símbolos.
En paralelo, la ausencia del alcalde de Santiago y expresidente de Renovación Nacional (RN), Mario Desbordes, en el acto de cierre de campaña de Matthei, sumó una nueva capa de tensión interna. Aunque la candidata justificó su ausencia por motivos de salud y resaltó la amistad de una década con Desbordes, el episodio fue interpretado por varios analistas como un síntoma de las divisiones que atraviesan a Chile Vamos.
Desde la mirada de sectores más pragmáticos de la oposición, la foto de unidad era un paso necesario para consolidar una estrategia común frente a la derecha y la centroizquierda. Para ellos, la imagen buscaba proyectar un frente cohesionado que pudiera disputar con fuerza la elección presidencial y las parlamentarias.
En contraste, voces dentro de Chile Vamos y aliados como Matthei expresan que estos gestos son “importantes para los que están metidos en la política todos los días, pero no para la gente común”. Esta postura refleja una apuesta por una campaña más centrada en propuestas concretas y en la conexión directa con las necesidades de los votantes, dejando de lado las formalidades políticas.
Encuestas recientes muestran un electorado cansado de las disputas políticas tradicionales y con una creciente desafección hacia las dinámicas partidarias. La crítica de Matthei, aunque polémica, resuena con un segmento importante de la población que prioriza soluciones tangibles sobre gestos simbólicos.
Sin embargo, este desencuentro también alimenta la desconfianza hacia la clase política, al exhibir públicamente las fracturas internas y la falta de cohesión en la oposición, justo cuando la ciudadanía demanda unidad para enfrentar los desafíos nacionales.
La desestimación de la foto de unidad por parte de Matthei no es un simple comentario aislado, sino la expresión de una estrategia comunicacional y política que prioriza la distancia de los símbolos políticos tradicionales. Esta postura, sin embargo, no ha logrado cerrar las divisiones internas, evidenciadas también en la ausencia de figuras clave como Desbordes.
El episodio revela un escenario político fragmentado, donde la oposición enfrenta el desafío de equilibrar la necesidad de cohesión con la demanda ciudadana de autenticidad y soluciones concretas.
Finalmente, queda claro que la política chilena transita un momento de tensión entre la representación simbólica y la conexión real con las demandas sociales, una tensión que marcará el desenlace electoral y la configuración futura del país.
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Fuentes: La Tercera, análisis de expertos políticos y reportes de campañas electorales.
2025-08-09