Torres del Paine tras la tragedia: Falencias en seguridad y la tensión entre aventura y prevención

Torres del Paine tras la tragedia: Falencias en seguridad y la tensión entre aventura y prevención
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-20
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Cinco turistas fallecidos por viento extremo, debate sobre protocolos y señalización, guías piden actualización y estándares internacionales

El fatídico episodio ocurrido en el circuito Macizo Paine, que dejó cinco turistas extranjeros muertos tras ráfagas de viento que alcanzaron los 193 km/h, ha puesto en el centro un viejo dilema: ¿cómo equilibrar la libertad de la aventura en parques nacionales con la necesidad de protocolos de seguridad rigurosos y efectivos?

El accidente ocurrió el 14 de noviembre de 2025, cuando un grupo de excursionistas, sin guía acompañante, se vio sorprendido por condiciones climáticas extremas. Este hecho ha generado un debate amplio y complejo, que no se reduce a la tragedia en sí, sino a las falencias estructurales en la gestión de riesgos y la comunicación preventiva en Torres del Paine.

Desde la Asociación de Guías de Torres del Paine, Edmundo Martínez ha sido una voz crítica y a la vez autocrítica. “La accidentabilidad histórica del parque es baja, pero eso no exime de mejorar los protocolos y la información que se entrega a los visitantes”, advierte. Martínez subraya que la ausencia de guías en el grupo afectado es un factor que, aunque no determinante, pone en evidencia la fragilidad del sistema actual de control y apoyo a los turistas.

Por otro lado, la Corporación Nacional Forestal (CONAF), que hasta ahora ha gestionado el parque, enfrenta cuestionamientos sobre la señalización y la capacidad de anticipar escenarios de riesgo meteorológico. La transición próxima al Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) abre un espacio para revisar y actualizar estándares, pero también genera incertidumbre sobre cómo se implementarán estas mejoras y en qué plazos.

Desde la mirada política y regional, las autoridades de Magallanes han manifestado su compromiso con fortalecer la seguridad en la zona, pero reconocen que la infraestructura y recursos disponibles son limitados para un parque que recibe cada año a cientos de miles de visitantes nacionales e internacionales. “No podemos permitir que una tragedia como esta se repita, pero tampoco podemos cerrar el parque ni restringir la experiencia que millones valoran,” afirmó un representante del gobierno regional.

En el plano social, la tragedia ha despertado sentimientos encontrados entre los residentes y los operadores turísticos. Mientras algunos lamentan la pérdida y piden mayor regulación, otros temen que un exceso de normativas termine por estrangular la actividad económica local, que depende en gran medida del turismo de aventura.

Finalmente, expertos en gestión de riesgos y cambio climático advierten que eventos extremos como los registrados en Torres del Paine podrían volverse más frecuentes, lo que obliga a repensar no solo protocolos, sino también estrategias de comunicación y educación ambiental para visitantes.

Cinco días después del accidente, las investigaciones oficiales continúan, pero la discusión pública ya ha dejado en claro que la tragedia fue una conjunción de factores climáticos excepcionales, falta de información preventiva adecuada y un sistema de gestión que aún no está a la altura de los desafíos actuales.

Este episodio obliga a Chile a mirar con seriedad la tensión entre la libertad de explorar sus maravillas naturales y la responsabilidad de proteger vidas. La lección, aunque dolorosa, abre un camino para que la experiencia en parques nacionales se transforme en una convivencia más segura y consciente con la naturaleza.