
Una temporada de incendios sin precedentes ha marcado el año 2025 en múltiples regiones del mundo, dejando a la vista no solo la magnitud de la crisis ambiental, sino también las complejidades políticas, sociales y técnicas que implica su gestión. Millones de hectáreas han sido consumidas por las llamas en Canadá, España y California, con cifras que superan récords históricos y dejan a comunidades enteras en estado de emergencia.
En Canadá, la temporada de incendios ha sido implacable. Con más de 600 incendios activos y más de 8,3 millones de hectáreas quemadas, el país enfrenta su segundo peor año en superficie afectada, solo superado por 2023. La provincia de Columbia Británica concentra el 24% de los fuegos activos, mientras que regiones como Nueva Escocia y Alberta viven situaciones críticas con incendios de larga duración y evacuaciones masivas. La calidad del aire se ha visto severamente afectada, con ciudades como Vancouver liderando las listas mundiales de contaminación atmosférica debido al humo. Las autoridades han recomendado medidas de protección a la población, evidenciando el impacto que trasciende las zonas incendiadas.
En España, la situación no es menos grave. Desde agosto, múltiples focos han consumido más de 100 mil hectáreas, con incendios particularmente devastadores en las provincias de Ourense, Zamora y León. Más de 6.500 personas han sido evacuadas, y lamentablemente, se han registrado víctimas fatales entre voluntarios y residentes. La respuesta ha involucrado a la Unidad Militar de Emergencias y una coordinación compleja entre comunidades autónomas, ante la persistencia de condiciones meteorológicas adversas y la falta de recursos suficientes para contener los focos más virulentos. La tensión social se ha hecho patente, con críticas a la gestión y denuncias de descoordinación en algunos puntos.
En California, la experiencia reciente de incendios ha servido como un sombrío presagio. Tras el devastador episodio de principios de año que dejó 30 muertos y miles de hectáreas destruidas, la región enfrenta nuevos incendios que han consumido más de 44 mil hectáreas y provocado evacuaciones masivas. La llegada de una delegación californiana a Chile para compartir experiencias y estrategias de prevención y manejo es un reflejo de la creciente conciencia sobre la necesidad de cooperación internacional frente a estos fenómenos. Daniel Berlant, jefe de bomberos del Estado de California, enfatizó la importancia de la preparación y la innovación tecnológica para enfrentar temporadas cada vez más agresivas.
Los gobiernos de las regiones afectadas han incrementado recursos y esfuerzos para combatir los incendios, pero las condiciones climáticas extremas —temperaturas récord, sequías prolongadas y vientos huracanados— complican la tarea. Corey Hogan, secretario parlamentario canadiense, declaró que los incendios ya no son un fenómeno estacional sino un desafío permanente. Esta visión obliga a repensar políticas públicas, modelos de prevención y sistemas de alerta temprana.
En España, la polémica ha surgido en torno a la gestión inicial de algunos incendios, con denuncias sobre la falta de retenes y recursos durante las primeras horas críticas, lo que pudo haber facilitado la reactivación de los fuegos. Además, la propagación de bulos y desinformación en redes sociales ha generado desconfianza y tensiones entre comunidades, poniendo en evidencia la necesidad de una comunicación clara y verificada.
Desde una perspectiva social, las comunidades indígenas y rurales, especialmente en Canadá, han sido las más impactadas, enfrentando evacuaciones forzadas y pérdidas materiales significativas. A la vez, se observa un creciente activismo ambiental y demandas por políticas más contundentes contra el cambio climático, que es reconocido como un factor clave en la intensificación de los incendios.
Tras analizar los hechos y las diversas voces, queda claro que el calentamiento global está transformando radicalmente la naturaleza y frecuencia de los incendios forestales. Las temporadas ya no son temporales: el fuego se extiende a lo largo del año y en territorios antes considerados seguros. La cooperación internacional, como la misión Chile-California, es una estrategia vital para compartir conocimiento, tecnología y protocolos de acción.
Sin embargo, la gestión local y la participación comunitaria son igualmente cruciales. La prevención, la educación y la inversión en infraestructura deben acompañar las respuestas de emergencia para reducir el impacto humano y ambiental.
En definitiva, esta temporada de incendios es una tragedia en desarrollo pero también una llamada urgente a la acción coordinada y reflexiva. La catástrofe que sufren otros debe ser vista como una advertencia para todos, en una era donde la crisis climática redefine la relación entre sociedad y naturaleza.
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Fuentes: Diario Financiero, El País, Cooperativa.cl, declaraciones oficiales de autoridades canadienses, españolas y californianas, y reportes de organismos internacionales sobre cambio climático y gestión de emergencias.