
El Partido Por la Democracia (PPD) ha dejado claro su compromiso con la candidatura presidencial de Jeannette Jara y con la construcción de una alianza amplia y cohesionada del progresismo, en un momento donde la fragmentación política amenaza con diluir las opciones de la centroizquierda. El 9 de agosto de 2025, en su LXVIII Consejo Nacional celebrado en Santiago, el PPD ratificó su respaldo a Jara y la apuesta por una lista parlamentaria única que incluya a los ocho partidos del oficialismo más la Democracia Cristiana (DC).
Esta decisión no es menor: se trata de un intento deliberado de evitar que la derecha alcance una mayoría significativa en el Congreso, un escenario que podría condicionar el rumbo político del país en los próximos años. Jaime Quintana, presidente del PPD, afirmó que "debemos competir en unidad porque en noviembre no solo está en juego la elección presidencial, sino también las parlamentarias". La apuesta es clara: consolidar un progresismo moderno, anclado en la socialdemocracia, capaz de representar la diversidad y los intereses ciudadanos.
Sin embargo, este consenso no está exento de tensiones. Desde sectores más críticos dentro y fuera del partido, se cuestiona si la lista única podría diluir identidades políticas y si la estrategia electoral responde más a cálculos pragmáticos que a un proyecto político sólido. Algunos observadores regionales advierten que esta unidad aparente podría invisibilizar demandas territoriales y sociales específicas, especialmente en regiones con realidades distintas a las de la capital.
En paralelo, el Consejo Nacional acordó impulsar una política de “Ficha Limpia” para todos los candidatos del pacto, buscando garantizar transparencia y probidad en quienes representen al progresismo. Esta medida responde a una creciente desconfianza ciudadana hacia la clase política, pero también genera debate sobre los criterios y mecanismos para su aplicación efectiva.
Por otro lado, las voces opositoras no han tardado en reaccionar. Desde la derecha, se critica la estrategia como un intento de monopolizar el espacio político y se cuestiona la autenticidad de la candidatura de Jara, catalogándola como un proyecto más del aparato oficialista que no logra conectar con las demandas ciudadanas reales. En el espectro político más radical, tanto de izquierda como de derecha, se observa con escepticismo esta apuesta por la unidad, considerándola una maniobra que podría perpetuar el statu quo.
A tres meses de las elecciones, el escenario político chileno se configura como un verdadero coliseo, donde las fuerzas del progresismo intentan superar sus divisiones internas para hacer frente a una derecha que aspira a recuperar terreno y a una ciudadanía cada vez más crítica y exigente.
En definitiva, el respaldo del PPD a Jeannette Jara y la apuesta por la lista única reflejan una estrategia política que busca consolidar un bloque electoral capaz de mantener la influencia del progresismo en el poder. Pero esta apuesta trae consigo desafíos profundos: la necesidad de articular diversidad política sin perder identidad, responder a demandas sociales heterogéneas y recuperar la confianza de una ciudadanía que observa con distancia y desconfianza las maniobras tradicionales. La política chilena se encuentra en un punto de inflexión donde la unidad es tanto una oportunidad como un riesgo, y donde la capacidad de diálogo y autocrítica será clave para definir el futuro inmediato.
2025-11-05