
Una ofensiva con ecos de tragedia y desafíos diplomáticos
El 13 de noviembre de 2025, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, anunció el inicio de la Operación Lanza del Sur, una campaña militar dirigida a "expulsar a los narcoterroristas" del hemisferio occidental. Esta operación, ordenada directamente por el expresidente Donald Trump, marca un salto sin precedentes en la estrategia estadounidense contra el narcotráfico, pasando del enfoque policial y de inteligencia a uno abiertamente militar.
Esta ofensiva se inscribe en un contexto de despliegue naval con el portaaviones Gerald Ford y su grupo de escolta en aguas internacionales cercanas a Venezuela, y en una serie de ataques contra narcolanchas en el Caribe, que desde septiembre han dejado al menos 80 civiles muertos. Las cifras y la naturaleza extrajudicial de estas acciones han generado alarma y críticas en diversos sectores.
Perspectivas en pugna: seguridad, soberanía y derechos humanos
Desde la mirada oficial estadounidense, esta operación representa una defensa necesaria de la "patria" y un esfuerzo para proteger a la población del impacto devastador de las drogas ilegales. "El hemisferio occidental es nuestra vecindad y la protegeremos", afirmó Hegseth, encapsulando una visión de seguridad nacional ampliada.
Sin embargo, esta narrativa choca con las preocupaciones de varios países latinoamericanos, que ven en esta operación una potencial violación de su soberanía y un riesgo para la estabilidad regional. Voces diplomáticas y académicas alertan que la militarización de la lucha antidrogas puede exacerbar conflictos, generar desplazamientos y profundizar la crisis social en zonas vulnerables.
Organizaciones de derechos humanos han denunciado la falta de transparencia y el costo humano de la campaña. “Las operaciones extrajudiciales que han asesinado a decenas de civiles son una tragedia anunciada y un fracaso de las políticas de seguridad”, advierten expertos consultados por fuentes independientes.
El papel de América Latina y la complejidad regional
Los países de la región enfrentan una encrucijada. Por un lado, la presión de Estados Unidos y la amenaza del narcoterrorismo impulsan a algunos gobiernos a colaborar en mayor medida, incluso aceptando medidas controvertidas. Por otro, la memoria histórica de intervenciones militares extranjeras y la defensa de la soberanía nacional generan resistencia y demandas de mayor autonomía en la toma de decisiones.
El caso venezolano se ha convertido en un punto álgido, con acusaciones directas de vínculos entre el gobierno de Nicolás Maduro y el narcotráfico, lo que ha justificado para Washington una postura más agresiva. No obstante, esta situación alimenta tensiones y riesgos de escalada militar.
Verdades y consecuencias ineludibles
Esta operación desnuda la persistente complejidad y violencia que rodea al narcotráfico en América Latina, y la dificultad de encontrar soluciones que combinen eficacia, respeto a los derechos humanos y soberanía.
El uso de la fuerza militar, sin un marco multilateral claro y con resultados que incluyen víctimas civiles, plantea preguntas profundas sobre la legitimidad y sostenibilidad de esta estrategia. La región se enfrenta a un escenario donde la seguridad y la justicia deben equilibrarse con la autonomía y la protección de las comunidades.
En definitiva, la Operación Lanza del Sur es más que un despliegue bélico: es un espejo que refleja las tensiones entre intereses globales y realidades locales, entre seguridad y derechos, entre intervención y soberanía. El desenlace de esta historia aún está por escribirse, pero sus cicatrices ya comienzan a marcar el presente de América Latina.
2025-11-08