
Un conflicto que no encuentra fin. El Gobierno israelí anunció en agosto de 2025 un plan para ocupar la Ciudad de Gaza y desplazar a su millón de habitantes, marcando un punto de inflexión en una guerra que comenzó tras los ataques de Hamas en octubre de 2023. Esta decisión, respaldada por la mayoría del gabinete de seguridad, busca la derrota total de Hamas y la desmilitarización del enclave palestino.
La ofensiva se basa en cinco principios clave: el desarme de Hamas, la desmilitarización de Gaza, el control israelí de la seguridad, el regreso de los rehenes (20 vivos y 30 muertos) y el establecimiento de una administración civil alternativa que excluya tanto a Hamas como a la Autoridad Palestina. Esta última medida apunta a impedir que Mahmud Abás y su gobierno tengan influencia en la futura gobernanza de Gaza, buscando en cambio "fuerzas árabes" que no amenacen a Israel.
Un choque de visiones dentro de Israel. No todos están de acuerdo con la estrategia elegida. El jefe del Ejército israelí, Eyal Zamir, propuso un plan alternativo que evita la ocupación terrestre total, sugiriendo rodear las ciudades y realizar incursiones puntuales. Su preocupación principal es la seguridad de los rehenes, que podrían estar en peligro con una ofensiva terrestre masiva. Zamir incluso sugirió que se elimine el objetivo del regreso de los rehenes para evitar riesgos mayores, una propuesta que fue rechazada por la mayoría del gabinete.
"El plan alternativo no lograría ni la derrota de Hamas ni el retorno de los rehenes", afirmaron ministros que apoyan la ofensiva total. Esta división refleja una tensión entre pragmatismo militar y objetivos políticos más amplios, que se traduce en una guerra interna dentro del propio gobierno israelí.
El drama humanitario y político de Gaza. La ocupación y desplazamiento de un millón de habitantes de Ciudad de Gaza, la mitad de la población total del enclave, ha generado una crisis humanitaria de proporciones inéditas. Miles de civiles han sido desplazados hacia el sur, en medio de una infraestructura devastada por los combates y un bloqueo que limita ayuda y recursos. Organismos internacionales y ONG han denunciado el impacto sobre la población civil, mientras Israel insiste en que su prioridad es la seguridad y la eliminación de la amenaza que representa Hamas.
El tema de los rehenes, un punto neurálgico. Hamas entregó a 20 rehenes vivos y restos mortales de otros, pero la recuperación completa se ha demorado debido a las condiciones en Gaza. Estados Unidos, con el expresidente Donald Trump como figura influyente, ha manifestado su disposición a permitir que Israel reanude la ofensiva si Hamas incumple el acuerdo de alto el fuego. Esta presión internacional añade una capa más a un conflicto ya complejo, donde la diplomacia y la violencia se entrelazan.
Perspectivas encontradas. Desde la óptica israelí, la ofensiva es necesaria para garantizar la seguridad nacional y evitar futuros ataques. Sin embargo, sectores militares advierten sobre los riesgos y la posible prolongación del conflicto. Por su parte, la comunidad internacional y organizaciones de derechos humanos denuncian el costo humanitario y la necesidad de soluciones políticas que incluyan a la población civil y a actores palestinos legítimos.
En Gaza, la población vive una tragedia cotidiana, atrapada entre la violencia y la incertidumbre sobre su futuro. La exclusión de la Autoridad Palestina en la futura administración genera incertidumbre sobre la estabilidad política y la reconstrucción.
Conclusiones visibles:
Este conflicto, lejos de resolverse, se ha transformado en un escenario donde convergen tragedias humanas, disputas políticas y dilemas éticos que desafían a la comunidad internacional y a los propios protagonistas. La historia de Gaza en 2025 es la historia de un coliseo donde cada movimiento tiene consecuencias palpables, y donde el espectador solo puede contemplar la complejidad y la profundidad de una guerra que redefine la región.
2025-10-17