
Un enfrentamiento que revela grietas profundas en la izquierda chilena se ha ido consolidando en los últimos meses, con Jeannette Jara y Luis Eduardo Escobar en el centro del huracán. Desde agosto pasado, cuando Escobar cuestionó públicamente la viabilidad de un sueldo mínimo de $750 mil y descartó una reforma a las AFP, las tensiones con el Partido Comunista (PC) se hicieron evidentes.
Jara, candidata presidencial del oficialismo y de la Democracia Cristiana (DC), salió al paso de las críticas y reafirmó el papel de Escobar como parte fundamental de su equipo económico. “Por supuesto, Luis Eduardo Escobar es parte de un equipo diverso de economistas, que aporta ideas que tienen matrices comunes: que Chile crezca con más justicia social”, señaló durante un conversatorio en Valparaíso.
La molestia más dura provino de Lautaro Carmona, presidente del PC, quien recriminó a Escobar por intervenir en un debate que, según él, debía ser reservado para el comando y la candidata. “No debió haberse metido en la discusión sobre el sueldo mínimo de $750 mil pesos”, afirmó en entrevista con El Mercurio de Valparaíso.
Estas diferencias no son solo un choque de egos, sino que reflejan un debate ideológico sobre la viabilidad y el rumbo económico del sector. Mientras el PC mantiene firmemente sus banderas históricas —un salario vital y la eliminación de las AFP—, el equipo de Jara, con Escobar a la cabeza, apuesta por una agenda más pragmática y gradualista.
La polémica también se trasladó a la estrategia de campaña. La ausencia de Jara en el foro de ChileTransporte, donde sí estuvieron sus rivales opositores, fue interpretada como un signo de fragilidad. Sin embargo, la candidata explicó que prioriza el despliegue territorial en regiones por sobre la exposición mediática constante. “Si vamos a tener foros sobre foros, por lo menos yo estaré disponible para algunos, pero no para todos, porque realmente me interesa estar con la gente”, dijo.
Este enfoque busca equilibrar la exposición pública con una conexión directa con los territorios, pero también ha generado críticas internas y externas, que cuestionan la coherencia y firmeza de su discurso.
Desde la sociedad civil, algunos sectores valoran la apuesta de Jara por escuchar en terreno, mientras otros advierten que evitar debates públicos puede ser interpretado como falta de transparencia o de convicción. Académicos consultados señalan que estas tensiones reflejan un dilema más amplio en la izquierda chilena: cómo conciliar las demandas históricas con las realidades políticas y económicas actuales.
Lo que comenzó como una diferencia técnica sobre políticas económicas se ha transformado en un desafío político mayor para la candidatura oficialista. La defensa de Escobar por parte de Jara no solo evidencia la pluralidad interna del comando, sino que también pone en evidencia las dificultades para construir un relato unificado que satisfaga a todas las fuerzas que componen la coalición.
Este episodio deja en claro que el futuro de la izquierda chilena está en juego, con debates que van más allá de las propuestas y que tocan la identidad y la estrategia política. La tensión entre pragmatismo y dogmatismo, entre presencia territorial y visibilidad pública, marcará sin duda el desarrollo de la campaña presidencial y la configuración del próximo gobierno.
La historia sigue abierta, pero ya no hay espacio para medias tintas ni silencios cómodos. El coliseo está armado y la batalla por el alma de la izquierda chilena ha comenzado.
2025-11-05