El voto migrante en Chile: un actor decisivo y silenciado en la campaña presidencial: Cómo la migración reconfigura el mapa electoral y tensiona discursos políticos

El voto migrante en Chile: un actor decisivo y silenciado en la campaña presidencial: Cómo la migración reconfigura el mapa electoral y tensiona discursos políticos
Actualidad
Elecciones
2025-11-20
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- Casi 900 mil migrantes habilitados para votar, un bloque electoral con peso creciente.

- Ausencia de estrategias explícitas por parte de candidatos, pese a su impacto local.

- Contradicciones entre integración y rechazo, donde migrantes votan incluso contra sus propios intereses ideológicos.

En la última elección presidencial del 16 de noviembre de 2025, Chile se enfrentó a un fenómeno electoral que, aunque anunciado, no fue abordado con la profundidad ni la estrategia que su relevancia demandaba: el voto migrante. 885.940 extranjeros estaban habilitados para sufragar, concentrados principalmente en comunas como Santiago, Estación Central, Independencia y San Miguel, donde su presencia demográfica es notable. Sin embargo, la campaña electoral transcurrió sin un llamado explícito a este segmento, reflejando una tensión social y política que va más allá del mero cálculo electoral.

El sociólogo Alberto Mayol, experto en migración y política, ha señalado que "los migrantes buscan sentirse parte del país al que llegan, y eso se traduce en un interés genuino por participar en la vida política". Pero esta integración no es lineal ni exenta de contradicciones. Mayol advierte que "muchos migrantes votan por candidatos antinmigrantes, porque quieren marcar distancia con su condición de llegada y ser reconocidos como parte del tejido nacional". Esta paradoja refleja una complejidad social donde la identidad y la pertenencia se negocian en un escenario político marcado por discursos excluyentes.

Desde una perspectiva política, el análisis del politólogo Kenneth Bunker aporta una mirada dual: "Existe una teoría ideológica, donde migrantes como los venezolanos, escapando de regímenes de izquierda, tienden a votar por la derecha. Pero la teoría racional —más plausible— indica que votan según sus intereses personales, buscando seguridad y permanencia". Esto explica que sectores tradicionalmente considerados adversos a la migración puedan recibir apoyo de quienes, paradójicamente, son parte de esa misma comunidad.

El escenario electoral chileno ha estado marcado por un discurso predominante que vincula la migración con problemas de seguridad y orden público. Ninguno de los candidatos principales ha incorporado en sus plataformas un enfoque inclusivo o de reconocimiento explícito al voto migrante. "Es un tema álgido y electoralmente impopular", explica Bunker, quien añade que la narrativa dominante se ha centrado en la necesidad de controlar la migración irregular, dejando poco espacio para el debate sobre integración política.

Esta omisión estratégica tiene consecuencias palpables. En distritos con alta concentración de migrantes, la competencia electoral se ha visto influenciada por este electorado, pero sin que ello se traduzca en políticas públicas ni en discursos que reconozcan su rol. Los migrantes, por su parte, se encuentran en una posición ambivalente: desean participar y ser escuchados, pero enfrentan la indiferencia o el rechazo explícito de la clase política y la sociedad.

Desde una mirada regional, la presencia migrante ha modificado el mapa electoral, especialmente en la Región Metropolitana y zonas urbanas con alta densidad de extranjeros. Esto ha generado una nueva dinámica de poder local que tensiona las tradicionales bases de votación y obliga a repensar las estrategias políticas territoriales.

En conclusión, el voto migrante en Chile se presenta como un actor político emergente con una influencia creciente y compleja. Su participación no sólo refleja procesos de integración social, sino que también pone en evidencia las contradicciones y desafíos de una sociedad que aún debate su identidad y los límites de la inclusión.

La verdad que emerge tras el telón de esta elección es que la migración ya no es un fenómeno periférico ni un problema exclusivo de seguridad; es un componente central del sistema político chileno que exige reconocimiento y diálogo. Ignorar esta realidad implica perpetuar la fragmentación social y desaprovechar un capital democrático vital para el futuro del país.