
En agosto de 2025 entraron en vigor los nuevos aranceles impuestos por la administración Trump a más de 90 países, entre ellos seis de América Latina, una medida que, aunque prevista, ha comenzado a mostrar sus efectos con claridad meridiana semanas después. Brasil, Bolivia, Canadá, Costa Rica, Ecuador, Guyana, Nicaragua y Venezuela enfrentan gravámenes que alcanzan hasta un 50% en algunos productos, un golpe que ha tensionado la ya compleja relación comercial con Estados Unidos.
Desde la perspectiva de la Casa Blanca, estos aranceles buscan corregir desequilibrios históricos en el comercio exterior estadounidense, según Donald Trump, "países que se han aprovechado de Estados Unidos durante muchos años" deben asumir un costo mayor. Sin embargo, economistas y actores latinoamericanos advierten que la medida puede trasladar costos a consumidores y empresas, profundizando la fragilidad económica regional.
En Brasil, el arancel del 50% sobre productos exportados a EE.UU. ha sido interpretado como una represalia política, especialmente tras el distanciamiento con la administración Bolsonaro. El gobierno brasileño ha denunciado esta medida como un "ataque directo" a su economía y ha buscado apoyo en organismos multilaterales para mitigar el impacto.
Los gobiernos afectados exhiben posturas diversas. Mientras algunos, como Ecuador y Nicaragua, han expresado su rechazo frontal y han impulsado negociaciones multilaterales para revertir la situación, otros han optado por buscar acuerdos bilaterales para minimizar los daños.
Desde el sector privado, las cámaras de comercio han alertado sobre el encarecimiento de productos y la potencial pérdida de competitividad. En particular, la industria automotriz, que depende de cadenas de valor transnacionales, ha señalado que los aranceles múltiples en diferentes etapas de producción elevan los costos finales, afectando el empleo y la inversión.
La política arancelaria de Trump no solo afecta a América Latina, sino que forma parte de un intento más amplio por reconfigurar el comercio global. Mientras algunos países como Reino Unido, Japón y Corea del Sur han cerrado acuerdos que reducen estas barreras, la mayoría aún negocia. En este contexto, el gobierno estadounidense ha utilizado los aranceles como herramienta de presión política y económica, incluso extendiéndolos a India por compras de petróleo ruso.
A casi cuatro meses de la implementación, se constata que:
- Los aranceles han tensionado las relaciones diplomáticas y comerciales, generando una fragmentación en las estrategias regionales.
- La interdependencia económica hace que los costos no solo recaigan en los exportadores, sino que se trasladen a consumidores y trabajadores.
- La respuesta latinoamericana ha sido heterogénea, reflejando diferencias políticas y económicas internas.
Este episodio revela la complejidad de un mundo globalizado donde las medidas proteccionistas pueden tener efectos colaterales difíciles de controlar. La experiencia invita a repensar la integración regional y la diversificación de mercados, así como la necesidad de fortalecer la negociación colectiva para enfrentar desafíos externos.
En definitiva, la historia de estos aranceles es una lección sobre la fragilidad de las cadenas globales y la importancia de la diplomacia económica en un contexto cada vez más volátil.
2025-11-08