Temblor en Chile: la constante que desafía la preparación nacional: ¿Estamos realmente listos para el próximo gran sismo?

Temblor en Chile: la constante que desafía la preparación nacional: ¿Estamos realmente listos para el próximo gran sismo?
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-20
Fuentes
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- Frecuencia sísmica alta en zonas clave del país.

- Desafíos persistentes en la preparación y respuesta ciudadana.

- Debates abiertos sobre políticas públicas y resiliencia comunitaria.

El jueves 20 de noviembre de 2025, Chile volvió a sentir la sacudida de la naturaleza con un sismo de magnitud 3.5 registrado a 68 km al este de Socaire, a 247 km de profundidad. Este movimiento, aunque imperceptible para la mayoría, es parte de una cadena incesante de eventos sísmicos que recuerdan la posición del país sobre el límite de las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana.

A más de 15 años del devastador terremoto del 27 de febrero de 2010, la pregunta que sigue resonando en el debate público es si Chile está verdaderamente preparado para enfrentar un nuevo gran sismo. El Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) ha reforzado las recomendaciones para la población, que incluyen desde protocolos básicos de seguridad hasta la importancia de contar con planes familiares y comunitarios.

Sin embargo, la preparación no es homogénea ni universal. Desde el punto de vista político, existe una tensión palpable entre quienes abogan por mayores inversiones en infraestructura resiliente y quienes priorizan la educación ciudadana y la descentralización de recursos. Un parlamentario de oposición señaló recientemente que “la prevención debe ser una política de Estado con continuidad, no un tema de coyuntura”.

Regionalmente, las zonas más vulnerables, como el norte y centro-norte del país, enfrentan desafíos adicionales debido a la dispersión poblacional y la limitada capacidad logística. Las voces locales alertan sobre la falta de recursos para la actualización de sistemas de alerta temprana y la capacitación de brigadas comunitarias.

Desde la sociedad civil, las opiniones son diversas. Algunos ciudadanos reconocen avances en la cultura preventiva, mientras otros denuncian la persistencia de viviendas precarias y la informalidad urbanística que aumentan el riesgo. Una dirigente vecinal de Antofagasta comentó: “No basta con saber qué hacer; necesitamos que las autoridades garanticen que nuestras casas y barrios sean seguros”.

Históricamente, Chile ha aprendido a convivir con la amenaza sísmica, pero la tragedia del tsunami que dejó casi 250.000 muertos en Asia en 2004, y la memoria del terremoto de 2010, todavía pesan en la conciencia colectiva. El Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile mantiene un monitoreo constante que permite anticipar movimientos, pero la incertidumbre persiste.

En conclusión, la verdad ineludible es que el sismo es una constante en el territorio chileno. La preparación efectiva no depende solo de tecnología o recursos, sino de una política integral que combine inversión, educación y participación ciudadana. El desafío es mayúsculo, y la historia reciente no permite el error. La resiliencia de Chile no solo será medida por la magnitud de sus infraestructuras, sino por la fortaleza de su tejido social y la capacidad de sus ciudadanos para actuar con conocimiento y previsión.

Este temblor, aunque menor, es un recordatorio: la naturaleza sigue moviéndose bajo nuestros pies, y la pregunta que queda es si la sociedad chilena está lista para responder cuando la tierra vuelva a rugir con fuerza.