
En el corazón de Gaza, una zona devastada por más de dos años de conflicto, se despliega una red oculta que desafía la lógica bélica y humanitaria: el sistema secreto de pagos que Hamás utiliza para abonar los salarios de sus funcionarios públicos.Desde hace meses, aproximadamente 30.000 empleados del gobierno de facto reciben un pago simbólico, que no supera el 20% de sus salarios previos a la guerra, en medio de una inflación galopante y escasez crítica de alimentos. Este mecanismo, revelado y verificado por fuentes internas y reportajes internacionales, se sostiene a pesar de la destrucción de la infraestructura financiera y los constantes ataques israelíes que buscan desmantelar la administración de Hamás.
El proceso es clandestino y peligroso: los funcionarios reciben mensajes cifrados que los citan en puntos específicos para recibir sobres con dinero en efectivo, en encuentros fugaces y bajo amenaza constante de ataques.Un maestro de escuela entrevistado confesó que cada salida para cobrar su sueldo es una despedida incierta para su familia. La fragilidad del sistema refleja la tensión entre la necesidad de mantener una estructura administrativa y la violencia que la erosiona.
Las perspectivas sobre este sistema son múltiples y contrapuestas. Desde el punto de vista político, Hamás lo presenta como una forma de sostener la gobernabilidad y el orden social en Gaza, mientras que Israel lo interpreta como una estrategia para mantener vivo un régimen considerado terrorista, atacando frecuentemente a los intermediarios y responsables financieros.
En el plano social, la distribución desigual de recursos genera resentimiento. Muchos habitantes, especialmente aquellos no vinculados al partido, denuncian que la ayuda alimentaria y los salarios se concentran en partidarios de Hamás, aumentando la brecha y la frustración en una población ya golpeada por la pobreza y el hambre.Una viuda entrevistada expresó su dolor al ver a sus hijos sufrir mientras sus vecinos afines a Hamás reciben paquetes de comida.
Desde una mirada regional, la financiación de Hamás proviene de múltiples fuentes: impuestos internos, apoyo de Qatar, fondos iraníes para su ala militar y hasta aportes de grupos islámicos en Egipto. Esta compleja red financiera ha permitido acumular reservas en efectivo y esquivar parcialmente el bloqueo económico.
Sin embargo, la sostenibilidad del sistema está en entredicho. La inflación extrema, la destrucción de infraestructura y la presión militar israelí limitan severamente la capacidad de Hamás para mantener estos pagos, lo que podría desencadenar un colapso social aún mayor en Gaza.
En conclusión, este sistema secreto de pagos es una manifestación tangible de la tragedia que vive Gaza: una población atrapada entre la violencia, la escasez y la necesidad de sobrevivir bajo un régimen que, a la vez que administra, genera división y resentimiento. La red de pagos es un hilo frágil que sostiene un orden en ruinas, y su futuro es tan incierto como el destino de quienes dependen de él.
Las fuentes consultadas incluyen reportajes de la BBC y testimonios directos de funcionarios y ciudadanos de Gaza, que permiten entender la complejidad y las consecuencias de este fenómeno más allá del flujo inmediato de noticias.