
En un escenario donde el Chile del futuro se juega cada decisión, los jefes económicos de las candidaturas presidenciales de Evelyn Matthei, Jeannette Jara y José Antonio Kast se pararon frente al país para exponer sus visiones y enfrentar sus diferencias. Más allá de la retórica inmediata, la discusión reveló un choque frontal de paradigmas sobre cómo encaminar la economía, con consecuencias palpables para el crecimiento, la distribución y la gobernabilidad.
El 6 de agosto de 2025, Ignacio Briones (Matthei), Luis Eduardo Escobar (Jara) y Jorge Quiroz (Kast) participaron en un seminario organizado por Forvis Mazars y el Centro de Gobierno Corporativo de la UC. Allí, cada uno desplegó sus propuestas, dejando en evidencia no solo las coincidencias superficiales, sino también las profundas disidencias que atraviesan el debate público.
Todos coinciden en que el crecimiento es indispensable. Sin embargo, Briones afirmó que "la meta es llegar al 4% anual, y para eso es esencial avanzar en la reforma tributaria y modernizar el Estado". Para él, reducir impuestos corporativos y para Pymes es la vía para dinamizar la inversión y el empleo.
En cambio, Escobar se mostró escéptico: "No hay evidencia que bajar impuestos aumente la inversión; en los últimos años, las empresas han optado por distribuir utilidades y se ha observado salida de capitales". Para el representante de Jara, el desafío está en fortalecer la seguridad, salud y servicios públicos, lo que requiere mantener o aumentar la recaudación.
Por su parte, Quiroz planteó que "la maraña regulatoria es el principal freno a la inversión y la productividad, y para solucionarlo no hacen falta nuevas leyes, sino voluntad política para desregular". Propone una reducción significativa del gasto público y bajar el impuesto corporativo efectivo del 27% al 20%, como motor para reactivar la economía.
El debate también puso sobre la mesa la estructura del gobierno. Escobar denunció que "con 25 ministerios es imposible que el Presidente dirija efectivamente el gabinete; el sistema está fallido" y sugirió una racionalización que, aunque no está en el programa oficial, refleja un malestar creciente.
Briones, en cambio, enfatizó que la modernización del Estado pasa por reformar el Estatuto Administrativo, aunque reconoció que esto implicará costos y resistencias: "Habrá movilizaciones, pero no hay alternativa". Quiroz descartó reducir ministerios, pero advirtió que es urgente controlar el gasto.
Sobre el sistema de evaluación ambiental, Escobar destacó que la judicialización de proyectos es un problema serio, señalando que "el sistema vigente desde 2013 se ha convertido en un elefante en la pieza". Briones y Quiroz coincidieron en que la permisología debe ser simplificada para destrabar inversiones, aunque con matices: mientras Briones aboga por cambios legislativos, Quiroz insiste en que el problema es la aplicación de las leyes actuales.
Las cifras recientes de empleo han sido un llamado de atención para todos. Escobar calificó los 141 mil empleos creados como "un desastre", mientras Briones apuntó a la necesidad de mejorar la educación y fomentar el empleo femenino para alcanzar tasas de desempleo cercanas al 4%.
Quiroz, con un tono más pragmático, reconoció las limitaciones políticas para modificar leyes laborales y propuso incentivos tributarios para el empleo formal, en línea con la teoría económica del segundo mejor.
Un punto de acuerdo transversal fue la necesidad de transparentar el financiamiento de las ONG que influyen en la política y la economía, con Escobar y Briones coincidiendo en que desconocer estas fuentes es impresentable.
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Tras meses de análisis y debate, este encuentro dejó claro que el Chile que viene no será resultado de consensos fáciles, sino de la confrontación de modelos que reflejan diferentes diagnósticos y prioridades.
Las propuestas de Matthei buscan un equilibrio entre crecimiento y modernización estatal, las de Jara priorizan la protección social y la estabilidad fiscal, mientras que Kast apuesta por la desregulación y el ajuste del gasto público como motor de desarrollo.
La verdad que emerge es que ninguna fórmula garantiza resultados inmediatos. Cada camino conlleva riesgos y costos políticos, económicos y sociales. El desafío para el electorado será discernir no solo entre promesas, sino entre visiones que configuran distintos futuros para Chile.
En definitiva, la disputa económica en la carrera presidencial es más que un debate técnico: es la puesta en escena de una nación que busca reconciliar sus urgencias con sus aspiraciones, en un momento donde la paciencia y el análisis profundo se vuelven indispensables para entender el verdadero costo de cada decisión.