Violencia en Puente Alto: dos homicidios que revelan un problema estructural más allá de la criminalidad inmediata

Violencia en Puente Alto: dos homicidios que revelan un problema estructural más allá de la criminalidad inmediata
Actualidad
Crimen y seguridad
2025-11-20
Fuentes
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- Dos homicidios violentos en Puente Alto en una sola noche.

- Respuesta policial y comunitaria marcada por la incertidumbre y la desconfianza.

- Debate político y social sobre las causas profundas y soluciones a la violencia urbana.

En la madrugada del 4 de agosto de 2025, Puente Alto fue escenario de dos homicidios que, lejos de ser episodios aislados, evidencian un fenómeno de violencia creciente con raíces complejas y consecuencias aún en desarrollo. Un hombre fue baleado y abandonado en el frontis del Cesfam Bernardo Leighton, donde falleció pese a los esfuerzos médicos. Horas antes, otro hombre de 42 años murió tras recibir un disparo en la cabeza en una plaza cercana a su domicilio.

La policía, representada por el capitán Andrés Retamal, detalló que los agresores llegaron a pie y dejaron a la víctima herida en el centro de salud, para luego escapar. La identidad del primer fallecido permanece desconocida, lo que añade un velo de misterio y complejidad a la investigación.

Este doble homicidio ha puesto en jaque a la comunidad y a las autoridades locales. Desde el ámbito policial, se reconoce la dificultad para contener una violencia que se ha sofisticado y diversificado, mientras que desde la sociedad civil emerge una mezcla de miedo, frustración y demandas por soluciones integrales.

"Estos hechos no solo son tragedias individuales, sino reflejos de un sistema que no ha logrado abordar las desigualdades y exclusiones que alimentan la violencia", señala la socióloga María Fernanda Rojas, experta en seguridad ciudadana.

En el plano político, las reacciones se dividen. Algunos sectores insisten en reforzar la presencia policial y endurecer las penas, mientras otros llaman a políticas de prevención social y a una mirada que incluya factores económicos, educativos y de salud mental.

Desde Puente Alto, vecinos y organizaciones comunitarias han comenzado a organizarse, buscando no solo mayor seguridad, sino también espacios de diálogo y apoyo mutuo. La violencia, advierten, no se resolverá solo con medidas represivas.

Este episodio, con sus múltiples aristas, invita a una reflexión profunda: la violencia urbana en Chile no es un fenómeno nuevo ni homogéneo. Los homicidios de Puente Alto son síntomas visibles de un entramado social complejo, donde convergen pobreza, desigualdad, falta de oportunidades y fallas en el entramado institucional.

Las verdades que emergen tras estas tragedias son duras pero ineludibles: no basta con actuar sobre el crimen inmediato; es necesario enfrentar las causas estructurales y articular respuestas que integren a las comunidades afectadas. Solo así se podrá aspirar a una convivencia más segura y justa, evitando que la violencia siga cobrándose vidas y dejando heridas abiertas en el corazón de la sociedad.