
Un terremoto silencioso en la derecha chilena se ha venido gestando desde agosto de 2025, y hoy, a tres meses de aquel giro, sus consecuencias empiezan a mostrar un panorama más claro. Evelyn Matthei, candidata presidencial de Chile Vamos, cayó al cuarto lugar en la encuesta Cadem publicada el 4 de agosto, desplazada incluso por Franco Parisi y con un ascenso consolidado de José Antonio Kast y Jeannette Jara. Esta caída no solo representa un revés electoral, sino que desata una crisis de identidad y estrategia en uno de los sectores políticos más influyentes del país.
A comienzos de agosto, la encuesta Cadem mostró a Kast liderando con un 28% de preferencias, seguido muy de cerca por Jara con un 27%, mientras Parisi alcanzaba un 10% y Matthei apenas un 8%. En escenarios de primera vuelta, Jara superaba a Kast por un estrecho margen, y ambos aseguraban su paso a segunda vuelta. Matthei quedaba relegada, en un incómodo cuarto lugar con cifras que no lograban remontar.
Este fenómeno no fue un accidente aislado. La campaña de Matthei había enfrentado una semana especialmente difícil, con críticas internas y externas que cuestionaban su capacidad para mantener la cohesión del sector y conectar con un electorado cada vez más polarizado.
Desde el ala más conservadora, el ascenso de Kast fue recibido con entusiasmo y preocupación a la vez. Sus seguidores ven en él una figura de liderazgo clara y un discurso que moviliza a la base tradicional, mientras que sectores moderados y algunos dirigentes de Chile Vamos temen que su estilo y propuestas puedan alienar a votantes centristas y urbanos.
“Kast representa la renovación y la firmeza que nuestro sector necesita para volver a gobernar con convicción”, afirmó un dirigente del Partido Republicano bajo condición de anonimato. Por otro lado, miembros del oficialismo y de Chile Vamos sostienen que la caída de Matthei refleja una desconexión con las demandas sociales y la necesidad urgente de un proyecto político más inclusivo.
El desplome de Matthei también ha tenido repercusiones en regiones tradicionalmente aliadas a la derecha. En zonas como la Región Metropolitana y el norte, donde la competencia electoral es más reñida, la dispersión del voto ha abierto espacios para candidaturas alternativas, lo que podría favorecer a la izquierda y a figuras emergentes como Jara.
En sectores sociales, la percepción de una derecha dividida y en crisis ha generado incertidumbre entre sus bases. Algunos votantes conservadores manifiestan cansancio ante la falta de un liderazgo claro, mientras otros valoran la diversidad de opciones como una oportunidad para redefinir el rumbo político.
A tres meses de aquel informe, la lección es clara: la política chilena vive una etapa de reacomodos y tensiones profundas. La caída de Evelyn Matthei no solo refleja un fenómeno electoral, sino un síntoma de transformación estructural en la derecha. El ascenso de Kast y la consolidación de Jara como figuras principales indican una polarización que se profundiza, pero también una oportunidad para repensar estrategias y discursos.
El desafío para Chile Vamos y sus aliados será encontrar un equilibrio entre firmeza ideológica y apertura social, mientras que la izquierda deberá capitalizar esta fragmentación sin perder su propia cohesión.
En definitiva, el escenario político chileno de cara a las elecciones de 2025-2026 es un campo de batalla donde se enfrentan no solo candidatos, sino visiones contrapuestas sobre el futuro del país. La caída de Matthei es un episodio que, lejos de cerrarse, sigue abriendo preguntas sobre la estabilidad y la identidad de la derecha chilena.
Fuentes consultadas: Encuesta Cadem (agosto 2025), Diario Financiero, análisis políticos de expertos y testimonios de dirigentes políticos.