Cierre y reparación del Puente Lo Saldes: un colapso anunciado y sus consecuencias en la movilidad metropolitana

Cierre y reparación del Puente Lo Saldes: un colapso anunciado y sus consecuencias en la movilidad metropolitana
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-20
Fuentes
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- Riesgo estructural detectado meses antes del cierre total

- 18 días de cierre con congestión vehicular extrema

- Tensiones entre autoridades y usuarios por demora y gestión vial

Un puente al borde del colapso

A comienzos de agosto de 2025, el Puente Lo Saldes, clave para conectar Vitacura con Las Condes y Providencia, fue cerrado por completo debido a una fisura crítica en una viga estructural que ponía en riesgo inminente su colapso. Este diagnóstico no fue una sorpresa repentina, sino el resultado de un monitoreo permanente que evidenció el desgaste acelerado producto del aumento del flujo vehicular, que pasó de 16 millones de vehículos mensuales en 2011 a casi 30 millones en 2025. El seremi de Obras Públicas, Moisés Sáez, reconoció que "este crecimiento provocó una fatiga que se detectó a tiempo gracias al monitoreo. Era un riesgo inminente".

El puente, con más de 55 años de antigüedad, soportaba una carga que superaba con creces su diseño original. La decisión de cerrar el viaducto por 18 días para ejecutar reparaciones urgentes implicó una intervención con tecnología de punta, incluyendo soldaduras de alta precisión y sensores láser, con el fin de asegurar la estructura y minimizar el impacto vial.

Congestión y malestar ciudadano: la movilidad en jaque

El cierre total comenzó el 5 de agosto y se extendió hasta el 23 del mismo mes, generando congestiones vehiculares que alcanzaron hasta una hora de demora en horas punta, según reportes de conductores en las comunas afectadas. Las rutas alternativas, como Los Conquistadores, Avenida Pedro de Valdivia y Andrés Bello, sufrieron una saturación constante. El transporte público también experimentó modificaciones en cinco recorridos clave, con desvíos prolongados y paraderos temporales.

Una usuaria describió la situación a Cooperativa.cl: "Se nota demasiado el taco. Está colapsado esto"; mientras otro automovilista calificó el flujo vehicular como "caótico", comparable a una hora peak.

Las autoridades de transporte implementaron ajustes semafóricos y desplegaron información a través de aplicaciones como Waze para mitigar el impacto, pero la congestión persistió, evidenciando la fragilidad de la infraestructura vial metropolitana y la limitada capacidad de respuesta ante cierres prolongados.

Disonancias políticas y críticas a la gestión

La demora en iniciar las reparaciones y la prolongación del cierre generaron críticas desde actores locales. El alcalde de Providencia, Jaime Bellolio, urgió al Ministerio de Obras Públicas a acelerar los trabajos, señalando que "el cierre ha significado un aumento de los tiempos de traslado" y que se requiere "tener certezas para saber cuánto más tiempo van a estar estos desvíos".

Bellolio enfatizó: "Necesitamos que la Dirección de Concesiones se ponga las pilas y entregue certezas a las comunas y a quienes transitan todos los días por este lugar". Esta presión política se enmarca en un contexto donde la infraestructura vial envejecida y el aumento exponencial del tráfico demandan una planificación más integral y anticipatoria.

Por su parte, el Ministerio de Obras Públicas defendió la ejecución de las obras, destacando que se aprovecharon fines de semana y feriados para reducir el impacto y que el puente será restaurado para recuperar su capacidad con cuatro pistas operativas, mientras se planifica su reconstrucción definitiva para los próximos años.

Perspectivas diversas sobre el desafío estructural y urbano

Desde la mirada técnica, expertos han señalado que la situación del Puente Lo Saldes es un ejemplo paradigmático de cómo la infraestructura crítica puede verse superada por el crecimiento urbano y vehicular sin una renovación oportuna. La fatiga estructural detectada a tiempo evitó una tragedia mayor, pero expuso la necesidad de inversiones más agresivas en mantenimiento y modernización.

Socialmente, la experiencia vivida por miles de usuarios ha generado un sentimiento de frustración y cuestionamientos sobre la capacidad de las autoridades para anticipar y gestionar crisis de esta naturaleza, especialmente en un contexto donde la movilidad urbana es un tema central para la calidad de vida.

Políticamente, el episodio ha evidenciado la tensión entre la urgencia técnica y la presión ciudadana por soluciones rápidas, en un escenario donde las concesionarias y el Estado comparten responsabilidades y desafíos regulatorios.

Conclusiones y aprendizajes

El cierre y reparación del Puente Lo Saldes no solo fue un evento puntual, sino un síntoma de problemas estructurales más profundos en la infraestructura vial metropolitana. La detección temprana del riesgo evitó un colapso catastrófico, pero el impacto en la movilidad y la gestión del cierre dejaron en evidencia la necesidad de una planificación urbana integrada y una actualización constante de las redes viales.

Las tensiones entre autoridades, concesionarias y ciudadanía reflejan una disonancia cognitiva constructiva: mientras se reconoce la importancia de las medidas técnicas, se exige mayor transparencia, rapidez y coordinación en la gestión pública.

La experiencia también invita a repensar los modelos de concesión y mantenimiento de infraestructura, incorporando tecnologías de monitoreo continuo y protocolos de respuesta ágiles que minimicen el impacto social y económico.

Finalmente, el episodio del Puente Lo Saldes es un llamado a la reflexión sobre cómo el crecimiento urbano y la movilidad sostenible deben ir de la mano con la renovación y resiliencia de las infraestructuras que sostienen la vida cotidiana en las grandes ciudades chilenas.