Excusas para no votar: ¿Qué son, cómo funcionan y qué revelan sobre la participación ciudadana en Chile?

Excusas para no votar: ¿Qué son, cómo funcionan y qué revelan sobre la participación ciudadana en Chile?
Actualidad
Política
2025-11-20
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- Tres causales legales para excusarse de votar en elecciones con voto obligatorio.

- Más de 100 mil personas han solicitado excusas en comicios recientes.

- La excusa como espejo de la brecha entre deber cívico y realidad social en Chile.

En el reciente ciclo electoral chileno, marcado por la obligatoriedad del voto, emerge un fenómeno que trasciende la simple anécdota: el uso masivo de excusas para no votar. Según datos oficiales, en las elecciones municipales y regionales de octubre de 2024, más de 103 mil personas se excusaron de votar durante la primera jornada, mientras que en total se registraron cerca de 185 mil trámites de excusas validadas en la Comisaría Virtual. Este fenómeno no solo refleja un mecanismo legal sino que también pone en escena tensiones sociales y políticas profundas.

La ley chilena establece que el voto es obligatorio, pero contempla tres causales explícitas para excusarse sin sanción: estar enfermo y que esta condición impida el traslado al local de votación, encontrarse a más de 200 kilómetros del lugar de votación, o enfrentar impedimentos graves acreditados ante un juez de policía local. Para acogerse a estas causales, el ciudadano debe realizar un trámite formal, que en la era digital se realiza principalmente a través de la Comisaría Virtual, plataforma que ha facilitado la gestión y validación de estas excusas.

El comandante Jorge Mendoza de la Comisaría Virtual explicó que el proceso permite obtener una constancia digital que debe ser validada presencialmente en un cuartel policial, para luego recibir la constancia definitiva en formato PDF. Esta digitalización ha contribuido a un aumento en las solicitudes, evidenciando que la excusa se ha convertido en una herramienta accesible y extendida.

Pero más allá del trámite, este fenómeno invita a una reflexión más profunda sobre la relación entre los ciudadanos y la democracia. Por un lado, la existencia de causales legales para excusarse reconoce realidades diversas y legítimas que pueden impedir la participación electoral. Por otro, el volumen de excusas y la persistente abstención evidencian un distanciamiento o desencanto con el proceso político o las condiciones sociales que dificultan el ejercicio del derecho al voto.

Desde distintas perspectivas, este fenómeno es interpretado de manera diversa. Algunos actores desde la derecha política lo atribuyen a una falta de conciencia cívica y responsabilidad ciudadana, señalando que la excusa podría convertirse en una forma de evadir deberes fundamentales para la democracia. En contraste, voces desde sectores sociales y académicos advierten que la excusa refleja desigualdades estructurales, como dificultades de movilidad, problemas de salud, o desconfianza en las instituciones, que deben ser abordadas para fortalecer la participación.

Además, la obligatoriedad del voto y las multas asociadas (aproximadamente 0,5 UTM o 33 mil pesos) abren un debate sobre la efectividad de sancionar en contextos donde las barreras para votar son múltiples y complejas. Algunos expertos plantean que la solución no pasa solo por multas, sino por políticas públicas que garanticen condiciones reales para que todas las personas puedan ejercer su derecho.

Finalmente, la masificación de las excusas en Chile pone en evidencia una tensión entre la norma y la realidad, entre el ideal de la participación obligatoria y las dificultades concretas de la ciudadanía. La excusa, lejos de ser solo un trámite, se convierte en un espejo que refleja las fallas y desafíos de la democracia chilena contemporánea.

En conclusión, las excusas para no votar en Chile son un fenómeno legal, social y político que demanda un análisis integral. Reconocer las causas legítimas para excusarse es imprescindible, pero también lo es entender las razones que llevan a tantas personas a optar por esta vía. Solo así será posible diseñar políticas que fortalezcan la participación, reduzcan las barreras y construyan una democracia más inclusiva y representativa.