En un escenario donde la política chilena se debate entre la continuidad y la renovación, la encuesta Criteria publicada en agosto de 2025 posiciona a Jeannette Jara, candidata del Partido Comunista y oficialismo, como la favorita con un 28% de las preferencias. Sin embargo, esta ventaja numérica esconde un tablero complejo, marcado por la estrecha competencia con José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, quien se mantiene muy cerca con un 26%. Evelyn Matthei, representante de Chile Vamos y Amarillos, aparece en tercer lugar con un 15%, completando un trípode que refleja la fragmentación y diversidad del electorado.
Este pulso electoral no es solo una batalla de cifras, sino un reflejo de las tensiones que atraviesan la sociedad chilena. Por un lado, el oficialismo enfrenta el desgaste visible en la baja aprobación del presidente Gabriel Boric, que cayó a un 32%, con una desaprobación que subió al 60%. El gobierno mantiene una aprobación estable en torno al 30%, pero la desaprobación ha escalado a un 63%, mostrando un desgaste generalizado que pone en jaque la capacidad de Jara para capitalizar plenamente su liderazgo.
Desde la derecha, Kast representa una opción que capitaliza el descontento con el oficialismo, pero también enfrenta críticas por parte de sectores moderados y liberales preocupados por su discurso y propuestas. En tanto, Matthei y su coalición intentan posicionarse como una tercera vía, aunque con menos fuerza y visibilidad.
“La carrera presidencial no es solo una cuestión de números, sino de cómo cada candidato logra conectar con los distintos sectores sociales y responder a sus demandas”, señala un analista político entrevistado por La Tercera. Esta afirmación se confirma al observar las distintas perspectivas regionales y sociales: mientras en zonas urbanas la preferencia por Jara es más fuerte, en regiones más conservadoras Kast mantiene un apoyo sólido.
Además, la irrupción de figuras como Johannes Kaiser y Franco Parisi, ambos con 8% de apoyo, introduce un elemento de incertidumbre y fragmentación que podría ser decisivo en la segunda vuelta o en negociaciones postelectorales.
Este escenario se enmarca en una coyuntura donde la ciudadanía muestra un aumento en la polarización política y un creciente escepticismo hacia las instituciones tradicionales. La encuesta revela también un aumento en la desaprobación hacia el gobierno y el presidente, lo que podría influir en la participación electoral y en la volatilidad del voto.
En definitiva, la contienda presidencial chilena de 2025 se presenta como un desafío para todos los actores: el oficialismo debe enfrentar su desgaste sin perder su base movilizada; la derecha busca ampliar su espectro sin perder identidad; y las opciones intermedias luchan por ganar relevancia en un electorado fragmentado.
Este pulso, lejos de ser una simple carrera de números, es una ventana a las complejidades de una sociedad que busca definirse en medio de contradicciones y expectativas encontradas. La historia política reciente de Chile sugiere que las cifras iniciales son solo el preludio de una batalla que se jugará en múltiples frentes, desde las calles hasta los debates y las urnas.
Verdades y consecuencias
- La ventaja de Jara es real pero frágil, condicionada por la baja aprobación del gobierno.
- La polarización política se profundiza, con un electorado dividido y fragmentado.
- El desgaste institucional y la desafección ciudadana son elementos clave que podrían definir el resultado final.
Este escenario invita a mirar más allá de los titulares inmediatos y a comprender que la política chilena en 2025 es un terreno de disputa donde cada movimiento puede alterar el equilibrio, y donde la ciudadanía juega un rol activo y decisivo en la construcción de su futuro.